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Cazador (algo sobre el cine Eden Av. Santa Fe 1833)

Tengo las dos manos ocupadas, en una el speed, en la otra el vodka, y estoy caminando por Contramano, dando vueltas. Lo veo parado abajo de ...

Tengo las dos manos ocupadas, en una el speed, en la otra el vodka, y estoy caminando por Contramano, dando vueltas. Lo veo parado abajo de la escalera, apoyado contra la pared, mirando oblicuo hacia abajo. Me acerco. A veces charlamos. Me paso la latita de speed a la otra mano, le doy un beso, le apoyo la mano en el hombro, le digo hola y muevo la mano del hombro a la panza y se la froto suavemente.

En realidad no tiene panza, es cazador y hay en él cierto estado de alerta, especialmente en los ojos y las orejas. Le gustan tipos bien grandotes, osos panzones, mayores que él (creo que tiene 28), no importa tanto si son peludos.

- Estás más flaco – digo.

Él se levanta el buzo y me muestra la panza. No tiene panza.

- Hace como dos meses que no hago nada – dice -. Tengo que empezar.

Me cuenta que va a natación, que él no es de gimnasio. Ahora estoy gordo, insiste.

- Hace mucho que no te veo – digo -, ¿estás saliendo a algún lado?

- No, voy al cine – dice.

- ¿Dónde? – le pregunto.

- Acá a la vuelta, al Edén.

- ¿Y qué tal es?

- Muy bueno – dice.

Yo le digo que no me gustan los lugares oscuros, donde no se ve con quién estás transando o cogiendo.

- No, este está bueno, vos llegás y hay un lugar así donde se ve todo. Podés tomar cerveza – dice -. Y hay muchos tipos casados. Y mucha gente durmiendo. Yo voy los viernes, por ejemplo, ahora antes de venir acá pasé por ahí. Hay tipos que trabajan y viven lejos y van a dormir ahí. A algunos les chupás la pija y se duermen. Otros se despiertan. La otra vez había uno durmiendo. Tenía la bragueta abierta y yo fui y lo empecé a tocar y a chupársela. Y se despertó. Le dije disculpame y me dijo, no, vos seguí y se despertó. A algunos me los llevo a mi casa. Está bueno. Pero después no pasa de ahí.

Yo le digo que tendríamos que terminar con esa idiotez de pensar que si a alguien lo conocés en un cine porno no puede convertirse en otra cosa.

- Sí, mis amigos se enojan cuando les digo que voy al cine porno – dice -, pero la verdad que yo ya no conozco a gente en los Osos ni en ningún otro lado.

Le pregunto dónde hace natación.

- En un gimnasio a media cuadra de mi casa – dice -. Lo único que me faltaría sería un mp3 que funcione abajo del agua, así estaría completo, escuchando música en el agua, solo. A mí me sirve en todo sentido.

- Claro, es aeróbico, trabaja la simetría del cuerpo y es muy amable con las articulaciones – digo.

- Sí – dice él -, yo incluso salgo enojado del trabajo y me descargo ahí, y cuando salgo estoy todo más derecho, más fuerte, mejor. Incluso me doy cuenta cuando al otro día estoy caminando por Florida. La gente se me viene encima y yo los esquivo, nado mejor contra ellos, contra la corriente.

Voy a buscar otra bebida y lo pierdo de vista. Dos horas después estoy sentado en la barra y lo veo zigzaguear entre la gente para venir a despedirse.

- Me voy al cine de nuevo – dice.

Lo saludo con un beso. El me apoya suavemente la mano en la panza y se va.


 Cristian Rodriguez