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Domingo, día de guardar..

Frecuentemente los domingos son mis días favoritos para dar rienda suelta al morbo que circula entre los andenes. En general es u...

Frecuentemente los domingos son mis días favoritos
para dar rienda suelta al morbo que circula entre los andenes.


En general es un día tranquilo, en donde a ciertas horas no joden ni canas ni boleteros de subte. Por que cuando no hay cana, ellos se hacen la autoridad del lugar, a más de uno se los deben coger. Estoy seguro.

La H. Por ahora mi favorita. Confieso que además gana por afano, Humberto Primo, aunque hoy anduve también por el Caribe.

Diez y media de la mañana, domingo lluvioso. Ya había joda temprano. Cuando entré había un petisito en el mingitorio del medio y estaba ocupado el de la pared. El pendejito que ya me conocía la verga de otros fines de semana, se paso la lengua por los labios, como relamiéndose, señal irrefutable que golosamente quería mi pija.

Me acomodé en el mingitorio que está cerca de la puerta. Es mi preferido, porque puedo manejar la mirada a la entrada y ver cómo me la chupan. Me pone a mil mirar mientras me comen la chota. Es sensacional. Me gusta que jueguen mucho con la cabeza antes de que se las meta hasta la garganta. Para eso este pibe es un maestro.

Apenas la vio afuera, todavía sin completar el ciclo de entumecimiento total, se la mando integra. Le gusta sentir como se le pone dura adentro de la boca. Me doy cuenta. La fruición con la que me chupo la verga no tiene nombre. La recorrió entera, se golpeaba la cara con la poronga paradisma, la miraba babeada, me miraba a los ojos y se la volvía a engullir hasta la campanilla.

De repente entro un flaco al reservado de la puerta. Miramos hacia adelante estoicos, quietitos, sin que se moviera una mosca, tratando de advertir si se trataba de un cómplice o un enemigo. Como cerró la puerta del reservado, tardamos en darnos cuenta. Meaba. Al toque de que escuchamos el botón, entreabrió la puerta y miro de reojo. Eso le indico a mi amigo que podía seguir con su trabajo. Si bien no era la primera vez que me la chupaba, hoy en particular se lo notaba esmerado, con ganas de hacer su laburo prolijo…, para llevarse premio.

Es uno de los de la H que mejor me chupa la pija. Se deleita con su lengua jugando con la cabeza de la chota, me lame como si fuera una golosina, se detiene en mis huevos uno por uno y la recorre toda hasta volver a la cima y tragársela toda de un saque.

Nunca aviso cuando me voy a venir. Solamente me arqueo y me tiro hacia atrás como alertando que estoy ofreciendo el premio mayor, largo algún gemido, y al primer estertor rítmicamente voy marcando con mis quejidos de placer las bocanadas de guasca.

Hoy el flaquito, detectando que me iba a ir, separo sus labios de mi poronga y termino de pajearme orientándola hacia el mingitorio donde descargue adentro, afuera, y sobre los azulejos toneladas de leche. Apenas terminé, su fue para adelante a los lavabos y abrió la canilla para lavarse las manos que tenia chorreadas de leche.

No me pregunten en cuantas decimas de segundo, porque no sabría responderlo… se abrió la puerta del reservado y salió el pibito que había estado mirando la escena con la puerta entrecerrada. No me dio tiempo a nada, y se comió mi garcha de un toque, esmerándose para limpiar hasta la última gota del trabajo del amigo anterior.

No dejaba que se me baje la pija de cómo me la mamaba.

Cuando pude separarlo, me subí el cierre y me fui.

En el próximo les cuento como me fue esta misma tarde en la estación Venezuela…

Lisandro Torres