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Gonzalo, un falso bostero.

Siendo gallina, millonario de toda la vida, llevo a River Plate en mi sangre, quería cogerme a un bostero que diera el culo bien abiert...

Siendo gallina, millonario de toda la vida,
llevo a River Plate en mi sangre,
quería cogerme a un bostero
que diera el culo bien abierto,
como los bosteros en general. 
Hoy recordé las cosas que hacíamos con Gonzalo un compañero de trabajo que tuve allá por los 90. Laburábamos en un call center, (trabajo más tedioso imposible). 

Yo en esa época por problemas personales vivía de mal humor en forma crónica. Los estudios no avanzaban, las cosas en mi casa no estaban bien y cuando llegaba al laburo, había veces que tenía que esperar horas interminables para empezar la jornada que no rendía. 

Las cosas con mi novia tampoco iban muy bien así que tenía “cierta energía contenida” que salía por el lado del mal carácter.

Gonzalo estaba entre los pibes del grupo de laburo y siempre destacaba por alguna cosa que decía y hacía reír al resto, A mi también. No sé, no recuerdo como nos empezamos a acercar, lo que si recuerdo es que en cierta oportunidad veníamos viajando con otros flacos compañeros, en subte y el iba sentado, conmigo parado ubicado enfrente, todos hablando, (si hubiera pelado mi chota, se la metía en la boca de una). Lejos de esto el nota que tenía una pelusa en el pantalón de mi traje (muy cercana a la zona de la pija) y me la saca, haciendo el siguiente comentario: “No me banco las pelusas… ahora estás bien…”. Lo miré directamente como diciendo: “¿Qué tocas flaco?!!” –el solo se reía- despreocupado.

Se bajaron casi todos mis compañeros en Diagonal Norte y yo me di cuenta que tenía una erección contenida y que mi pija peleaba con el boxer para obtener más lugar.  Ángel un chabón casado con el que éramos muy compinches mirándome me hace notar que estaba colorado y me recomienda que tenga cuidado que Gonzalo era puto, que yo era lindo y que seguro quería que me lo cogiera, (yo tenia la verga a medio parar).

Bajé del subte entre molesto y confundido, no sabiendo que actitud iba a tomar. Había tenido algún encuentro casual con algún pibe en baños o simplemente para bajar la calentura cuando mi novia no quería entregar. Nunca tuve conflicto con el tema, para mi en esa época estaban las minas para coger y algún chabón de vez en cuando que te ordeñaba si necesitaba un poco más. Siempre pensé que el demandante sexual –sexopata- era yo.
Al otro día Gonzalo me pide disculpas porque –se le había ido la mano- prometiendo que eso jamás volvería a suceder (yo no sabía de que tenía ganas, ni él ni yo, no entendía…).

Con el tiempo nos fuimos haciendo grandes amigos y fue así que empezamos a compartir salidas e idas a una quinta que el tenía en la zona de Pilar propiedad de la familia, la idea era que yo le enseñara a nadar, le tenía mucho miedo al agua, siempre que íbamos estábamos solos, rara vez vi algún familiar.

Un día, secándonos y cambiándonos las mallas luego de la pileta,  la tensión cedió y le partí la boca de un beso arrodillándolo de prepo para que me chupe la verga que le hundí directo a la garganta, él estoico soportaba todo y quería más, se ahogaba con mi pija, pero se la engullía con fuerza, en algunos casos me hacia doler, pero no me importaba, quería satisfacerlo a como diera lugar. Fue la primera vez que un tipo me mostró mi semen en su boca abriéndola para que viera la cantidad de leche que le había dado, se lo tragó ante mi vista y no contento con esto me limpió la chota con dedicación y ahínco. Luego me besó.
Cuando se incorporó me preguntó si había cogido con hombres, le contesté que salvo chupadas no había ido más allá –una vez había intentado cogerme un pendejo pero su falta de higiene anal, no me sedujo. El quería darme el culo a cambio de que lo llevara a un telo (donde nunca había estado, era su fantasía).
Su culo era hermoso, formado y duro, turgente, se me paraba de tocarlo, me lo imaginaba apretadito para que mi chota lo destruyera. Le dije que yo también tenía una fantasía –siendo gallina, millonario de toda la vida, llevo a River Plate en mi sangre, quería cogerme a un bostero que diera el culo bien abierto, como los bosteros en general. Según Gonzalo esa era la fantasía más fácil de cumplir. Me dijo que él era de Boca pero que no le importaba porque quería que lo cogiera. Eso encendió mi morbo. Pero iba a tener que esperar...
A la semana nos encontramos en Capital para ir a un telo, cuando llegamos, me llamó la atención que Gonza fuera con un bolso como para pasar 15 días en la costa. Yo iba con una mochila chica, que contenía dos remeras una de River y otra de Boca y algunas otras cosas personales. 

Gonzalo al mejor estilo Mary Poppins empezó a sacar cosas de su bolso cuando ya estábamos en la habitación. Había llevado sushi hecho por él (estudiaba gastronomía oriental), champaña y unas golosinas árabes que se comían con los dedos y tenían jarabe por todos lados, era imposible no mancharse y por ende empezar a chupar todo lo que ese néctar tocaba.

Lo primero que hizo fue ponerse la remera de boca, me sirvió champán, me daba sushi en la boca cada vez que lo pedía y me pidió que yo con mi remera de River desnudo sobre la cama me acostara con los brazos cruzados por detrás de la nuca, me atendió como si fuera un sultán. Me daba de tomar, de comer yo era su macho y él se había convertido por arte de magia en una geisha bostera.

Estaba al palo, era muy notorio, él también estaba excitado se acercaba a olerme la chota pero no me la chupaba, se reía con su boca a centímetros de mi pija, yo ardía.
Me hacía desear y cada vez más mi calentura aumentaba. Derramo uno de los dulces árabes sobre mi glande y cuando vio que ese néctar chorreaba, confundiéndose con mi precum,  por toda la verga empezó suavemente a dar pequeñas lamidas levantando ese almíbar y poco a poco veía desaparecer mi glande y el tronco de mi pija en su boca. Tenía fiebre, alucinaba y el solamente se reía tímidamente, me pedía que siguiera con los brazos cruzados tras  mi nuca, la chota me ardía, me quemaba, me latía, temía acabar porque ya no podía cuantificar mi calentura.

Estaba al palo, era muy notorio,
él también estaba excitado se acercaba a olerme la chota
pero no me la chupaba, se reía con su boca
a centímetros de mi pija, yo ardía.


En un momento Gonzalo me dijo: "hace lo que quieras" -fue como soltar a la bestia, me incorporé, me dolían mucho los huevos, lo empecé a besar y a chupar por todos lados, su culo, su bolas incluso su pija , lo besaba alternativamente y estaba entregado a mi de una forma casi femenina, -me susurró: “aunque me duela esa poronga, me gusta estar acá con vos”

Lo hice poner en cuatro, lo lubriqué con saliva, un gel y una crema que él pidió y empecé a meterme dentro suyo. Lejos de calmarme verle el nombre de Maradona en la espalda de la camiseta 10 de Boca me calentaba mucho más. Sentía que mi chota se agrandaba más y más, tenía una roca. 

Mi fantasía se estaba cumpliendo. Él por momentos gritaba, se contenía me pedía que esperara, pero al mismo tiempo me embestía para que mi pija entrara toda. La calentura de ambas partes era tal que en poco menos de veinte minutos yo estaba gozando de su culito apretado como había imaginado y él me confesó que desde el día que me había conocido esperaba ese momento.  Que lo de sacarme la pelusa no fue algo improvisado.

Comencé a moverme lentamente y  me empezó a arengar para que fuera más rápido, me perreaba, se movía en círculos, su cadera y su cintura eran de goma. 
Toda mi leche y todo mi ser me empezaron a abandonar, chorros de guasca caliente rebotaban en su interior, el dolor de huevos desaparecía y cuando concluí una acabada interminable, me propuse hacerlo gozar a él descubriendo que las sábanas manchadas acusaban que había eyaculado antes que yo. Su culo estaba tan abierto que una acuarela rosada de sangre y semen asomaban por su raja dilatada, húmeda. Nos quedamos un largo tiempo sobre la cama reponiéndonos sin decir una palabra. Su cabeza reposando en mi abdomen. 

Gonzalo fue quien tomó la iniciativa: Lautaro tengo que decirte algo, no sé como lo vas a tomar….
-          Qué? (le pregunté algo alarmado)
-          Te mentí, no soy de Boca, soy de Vélez, ¿no hay problema, no?
      -     ¡Para nada! (nos empezamos a reír sin pausa).  Nos quedamos descansando, besándonos, cogiendo y hablando hasta el otro día habiendo cumplido con dos fantasías en una noche. Cada tanto nos vemos y nos acordamos de esas épocas.