FALSE

Page Nav

HIDE

HIDE

HIDE

Grid

GRID_STYLE
TRUE

Top Ad

//

Últimas novedades

latest

El portero

Salí del trabajo a eso de las seis, como siempre, y me fui caminando hacia Palermo por Ciudad de la Paz. Lentamente, meneando un poco la ...

Salí del trabajo a eso de las seis, como siempre, y me fui caminando hacia Palermo por Ciudad de la Paz. Lentamente, meneando un poco la cadera, disfrutando de la tarde y fichando cuanto bulto pasaba, muy elegante en mi blazer entallado. Sin embargo, suponía desde el vamos que sería otra caminata provocativa en vano; como de costumbre. No sé qué fantaseo, que por relojear entrepiernas me va a venir a devorar un hombre lobo.

Cruzo Palpa y noto que el portero de la esquina me mira y me sigue con la mirada desde el escritorio. Uno de esos muchachotes oscuros del interior, regordete, algo petiso, feo pero decente. Le clavo la mirada pero sigo caminando y a mitad de cuadra me detengo y descarademente me doy vuelta. Ahí estaba parado en la esquina mirándome. Cuando notó que enfilaba de regreso volvió a entrar.

Llegué y me susurró al oido como si no estuviera más que pasando cerca mío que espere porque estaba llegando una propietaria. Lo hice y en seguida entrada la señora me chifló y entré. Sí, venía más que caliente esa tarde. Me hizo pasar a la cochera, con nervios, y nos encerramos en un bañito. Sacó, para mi desilusión, un pito más oscuro aún que él, de esos que terminan en punta y un poco curvados. Más bien corto, pero aprobable.

Como me pidiera, se la chupé un poco y entre tanto, me preguntó si tenía un forro. Me hice el tarado y dije que no, a lo que me respondió que no me preocupara, que él sí; y ahí nomás me dio vuelta y me la calzó de una. Me bombeó contra la pared de azulejos unos minutos y se vino. Con iguales nervios y precaución me hizo salir. Y seguí mi camino como si nada, meneando un poco la cadera, disfrutando de la tarde, fichando cuanto bulto pasaba, muy elegante en mi blazer entallado.

De vez en cuando paso y lo veo. Le guiño un ojo pero no me detengo, siquiera a recordar ese sexo casual, breve, injustificado pero lisa y llanamente satisfactorio.


Sureño