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Bisexualidad y sexo anal

Entre los expertos que dan seguimiento al desarrollo social del vih-sida, es casi unánime la opinión que se viven nuevos tiempos. Entre gay...

Entre los expertos que dan seguimiento al desarrollo social del vih-sida, es casi unánime la opinión que se viven nuevos tiempos. Entre gays y bisexuales varones, tras la “primera oleada” de los años 80 se ha iniciado, en los últimos años, una “segunda oleada” de la epidemia.

Ciertamente la enfermedad ataca a homosexuales y heterosexuales pero la proporción es mayor, y creciente, entre gays y bisexuales varones.  Generalmente se acepta que al menos un 10% de la sociedad no es heterosexual. En ese contexto un país puede afirmar, con verdad, que el 55% de los casos reportados son de heterosexuales y el restante 45% de homosexuales y bisexuales. Es sin duda una enfermedad de todos, pero… ¿Por qué le corresponde un porcentaje tan alto a la población no-heterosexual? ¿No deberían ser las cifras una expresión de la realidad porcentual de cada sector (al menos hasta cierto punto)?

Por diversos factores bastante reales que no es al caso debatir acá, dupliquemos la cifra. Aceptemos un 20%. Pero, ¿Por qué en Occidente las cifras son más altas para la población no-heterosexual? Proporcionalmente, el sector de varones homo y bisexuales parece tener mayor riesgo. Además las cifras están creciendo en los últimos años para homosexuales y bisexuales en aquellos países que llevan estadísticas confiables. ¿Por qué?

Existen varios factores. Uno de ellos es que cierto tipo de propaganda, generalmente de sectores conservadores, se basa en el miedo. Aso puede retener un tiempo pero no a la larga. El resultado es desinterés sobre el tema. Esta estrategia conservadora, además de ser una forma errada de evitar la epidemia por no basarse en la verdad, sobresaturaron adicionalmente el tema.

Otro factor es la existencia de medicamentos que permiten prolongar la vida. Sin embargo existe muy mala información sobre ellos (desde quienes los creen una vacuna hasta quienes no toman en cuenta los efectos físicos secundarios que causan, los cambios en el tipo de vida que debe llevarse e, incluso, los precios de los medicamentos en muchos países).

Pero quizás, más al fondo, está el tercer factor. En el heterosexual la relación sexual dominante implica la penetración pene-vagina. No es la única manera ni mucho menos como todos sabemos, pero sí la dominante. En la relación homosexual la forma dominante, no la única, implica la penetración pene-ano. El punto está en que la mucosa rectal es frágil. Este es un dato sumamente importante. Adicionalmente tiene una gran capacidad de absorción de las sustancias depositadas en el recto. Este es un fenómeno aprovechado, por ejemplo, para la administración de medicamentos como es el caso de los supositorios.

Esta fragilidad y capacidad de absorción puede ser aumentada involuntariamente mediante una penetración, máxime cuando no se realiza adecuadamente sea por desconocimiento o por machismo. Una penetración puede provocar, desde pequeñas microheridas prácticamente imperceptibles pero no por eso menos reales, hasta heridas visibles que pueden ocasionar algún grado de hemorragia. Por tanto, es un terreno propicio para la propagación de enfermedades de transmisión sexual, ya sean de causa viral (como el síndrome de inmunodeficiencia humano, el papiloma humano, casi todos los tipos de hepatitis…) o bien de causa bacteriana (como la gonorrea y sífilis entre otras). Esto, incluso, sin que necesariamente haya eyaculación.

Sobre esta base de la fragilidad en la relación pene-ano, que no es comparable en riesgo a la relación pene-vagina, descansa el tercer factor que ayuda considerablemente a que una relación sexual típicamente homosexual de ese tipo sea en principio más peligrosa que la típicamente heterosexual (y sin que ello niegue, obviamente, que los heterosexuales, hombre con mujer, también practiquen la relación pene-ano). El varón bisexual participa, en este caso, de los riegos del homosexual. De ahí los crecientes llamados de expertos a la comunidad homo y bisexual a no descuidar el uso del condón y, más en general, a practicar el sexo seguro.


Noticia hecha y enviada por el Dr. E. Aguirre, suscrito al grupo