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Recurso gay: Salvar la navidad!

En la vida gay, muchas situaciones nos obligan a ir buscando en nuestro desarrollo nuevas personas que vienen a cumplir el rol de esa famili...

En la vida gay, muchas situaciones nos obligan a ir buscando en nuestro desarrollo nuevas personas que vienen a cumplir el rol de esa familia diseñada -â la carte-.


navidad

 

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Es algo clásico en estas épocas ponerse a armar el árbol, no tengo gran afición por la navidad, en realidad soy de los que pasa por el síndrome navideño de querer saltar del día 23 al 2 de enero, me parece algo comercial, que en un “mundo material” dejó de lado el costado espiritual, lejos están las épocas en que me volvía loco porque estas fiestas llegaran, creo que de chico empezaba a martirizar a mi madre desde fines de noviembre recordándole que el 8 de diciembre debíamos armarlo.

Quien afirma que odia la Navidad, es quien más precisa estar con alguien en estas fechas, a medida que nos alejamos de la familia uno va construyendo un modelo parafamiliar con gente que va conociendo en la vida y actúa repitiendo el modelo de la familia nuclear y entre todos deberíamos hermanarnos y ser algo más comprensibles con esto.


navidadLos años han pasado, “terribles malvados” –como dice la letra del tango- los significados de la navidad han cambiado también para mi. Ya no tengo una familia nuclear entendida por padre y madre o una mesa a donde ansiar llegar para brindar junto a tíos, abuelos, padres y demás gentes que por el devenir de la vida ya no están en este mundo.

Este año la familia se ha achicado considerablemente. Nos es permitido en este punto hablar de tradiciones, orígenes y blasones. Es que al armar mi árbol (algo que me apasiona hacer todavía, siendo fiel a mi niñez) me encuentro con que el pico del mismo es una antigüedad de vidrio, ¡Si de vidrio! De esos adornos que ya no existen, que me regalara mi abuela allá por diciembre del 74, cuando toda la familia se preguntaba luego de la muerte de Perón ¿quien nos salvaría de Isabelita?

Tengo otros adornos que son más antiguos que hasta para mi son un misterio en su origen (todos los años alguien regalaba uno nuevo). Pero hacen a la tradición de navidades y fiestas alumbradas que pasaron bajo sus ramas. Es verdad que según reza la tradición hay que cambiarlo cada 7 años, pero yo no puedo en honor a todos aquellos a los que hoy recuerdo.

En la vida gay, muchas situaciones nos obligan a ir buscando en nuestro desarrollo nuevas personas que vienen a cumplir el rol de esa familia diseñada -â la carte-.
Cierta Nochebuena una tía de sangre ante un berrinche que tuve me dijo: “Uno NO tiene la familia que quiere sino la que le toca” -Desatando la ira de su cuñada, mi madre-

Esa noche desarrollé una teoría: uno va construyendo un modelo parafamiliar con gente que va conociendo en la vida y actúa repitiendo el modelo de la familia nuclear, por ejemplo hay amigos de fierro (como hermanos) que pasan todos los años nuevos contigo, pero que cuando aparece una pareja estable o te casas, se lleva con esta última de la misma manera que una cuñada lo haría con tú esposa. Perro y gato comensales en la misma mesa.

Hay alguien que pone la casa, la quinta, el lugar y es quien a modo de madre/padre decreta que se va a servir y que vituallas hay que reunir para la noche de la fiesta, Ahora contamos con la “loca planner” tan de moda, que se encargará de la ornamentación, de hacer fluir la información y de los detalles para que la noche sea inolvidable.

En esta semblanza no nos olvidemos de aquél que siempre llega tarde o que aún estando en el medio del campo, anda preguntando si hay un remis porque a pesar de estar pasando Luján debe llegar 0.30 hs. a encontrarse -con un chico que conoció en el chat- al boliche que queda en Almagro, algo que nunca ocurrirá.

Sentado en la misma mesa embelesado en brazos de Cupido se encuentra ese amigo del alma que como todos los años nos trae al convidado de piedra, que es el hombre que ha elegido para pasar el resto de su vida y ahora nos dice –con aval legal- que se casan seguramente en el año que está por comenzar (aunque uno secretamente sepa que el año que viene en la misma mesa habrá otro acompañante diferente con el mismo estigma).

Mientras tanto otro se la pasa haciendo la parabólica humana para conectarse con su familia de origen, su sentimiento es que la están pasando mal porque él está en otra mesa navideña. (¿?)

Este año Víctor y Diego traerán su álbum de bodas, criticaremos la ropa de todos incluso las nuestras y nos quedaremos atónitos cuando nos cuentan, otra vez, como tuvieron que pedir las licencias de boda en sus respectivos trabajos, ¡profundizando las reacciones diversas de sus empleadores, ante ellos, con la libreta de casamiento en la mano! Egipto, el destino de la luna de miel, ¡Seguirá siendo un sueño!

En algún momento habrá un silencio, una mirada perdida o lágrimas, para recordar a aquél amigo que hoy no está por que se fue de este mundo antes de la era del cóctel de retrovirales, pero que se hará presente igual, ya que nos heredó la receta de la torta helada, que hemos hecho al pie de la letra y que espera en el freezer su entrada triunfal.

Cada amigo traerá parte de sus tradiciones, cada plato será un blasón familiar, algo que represente una historia personal, algún detalle que poblará la mesa de esa noche se reunirá con tú vajilla que es la que se utilizaba en la casa de la abuela cuando se vestía de fiesta, junto a las copas del casamiento de tus padres, que te vieron a vos de niño cuando secretamente le pedías a un tío un trago de sidra, los cubiertos regalo de tú madre, seguramente reflejaran lo mejor de las navidades pasadas y de alguna forma todos aquellos que alguna vez compartieron nuestra mesa se estarán haciendo presentes aunque los que coman y degusten no sean precisamente tus consanguíneos.

Ahora que lo pienso… ¡el espíritu navideño sigue intacto dentro de mí y la abuela estará velando la noche desde la estrella del árbol!

feliz navidad