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"Pelea de loca siempre te toca": Violencia intragénero.

Leí con sorpresa la nota de Alejandro Femia sobre parejas tóxicas , me parece bárbaro que se hable del tema, que se comprometan con estas si...


Leí con sorpresa la nota de Alejandro Femia sobre parejas tóxicas, me parece bárbaro que se hable del tema, que se comprometan con estas situaciones que pone sobre la mesa algo que pasa y que al igual que en el ambiente HETEROSEXUAL se oculta bajo la alfombra.



[avatar user="AleK" align="left" /]


violencia intrageneroUn homosexual maltrata a otro. Una lesbiana, a otra. Es difícil denunciarlo: en sede judicial tenés que contar las vejaciones, ataques, tu vida sexual… y además, al ser un hombre contra hombre o mujer contra mujer, se acaba apreciando como una lucha entre iguales. Tenés que desnudarte física y anímicamente. No es fácil convencer al sistema de que sos una víctima, pero lo SOS. No desesperes.


Ahora los gays se quejan de la otrora muy progresista Ley N° 26.485 - Ley Nacional de Violencia contra la Mujer – Violencia de género.




"¿Género? ¿Por qué no hablar de violencia de pareja? Se trata de una normativa elaborada desde el sexismo feminista; de proteger a la mujer por encima de todas las cosas, dejando de lado otros tipos de violencia –que ya existían-  entre personas con relaciones sentimentales, sexuales y afectivas. El resto de modelos de convivencia quedan así desprotegidos”.


Como leíamos en la nota de Alejandro Femia, los profesionales de la salud no saben como pararse cuando les llega un paciente que ha sufrido violencia intragénero que así se llama, tampoco saben como hacerlo los policías, cuando llegan a las comisarías y lo que es peor, ver la cara de los de las mesas de entradas en los juzgados si al abogado se le da por ir directamente a tribunales.


Es la misma cara que ponen si un abuelo quisiese huir de sus hijos o nietos maltratadores.



Relaciones violentas


Lamentablemente en Argentina estuvimos viviendo en una época oscura en cuanto a estadísticas se refiere. O sea, no hay. No se registra y como también se denuncia poco, ambas cosas hacen a la falta del dato.  Solo podemos trabajar con las que brindan las ONG o las asociaciones que trabajan con parejas victimas del maltrato.




  • Que entre varones se da más el maltrato psicológico.

  • El tema del que dirán pesa mucho más

  • El dinero y lo social condiciona todo el tiempo.


Las Lesbianas también



  • Mientras entre mujeres, la cosa es cuerpo a cuerpo, las mujeres pelean y ponen el cuerpo, se van a las manos.

  • “Es más visible la violencia física en las parejas de mujeres que en las de hombres. En las parejas de mujeres, por un lado, cada cosa que atente contra el mandato de tener que estar juntas podría ser motivo de violencia, porque pone en riesgo la relación. Y por el otro, hay casos en los que, cuando una se siente indiscriminada con la otra, lo único que le queda es la violencia para sacársela de encima.”


Los mandatos operan casi inconscientemente: se trata de la célebre y tristemente conocida “lesbofobia”. La forma en que una persona se ve a sí misma determina la dirección de un vínculo, algo así como “te trato como yo debiera ser tratada”.


Si la maltratadora tiene una ‘dosis’ alta de lesbofobia, va a ver a su compañera como un espejo. Y no le gusta lo que ve. Lo malo que ella tiene internalizado en cuanto a lo que una lesbiana es, lo pone en la otra porque no puede reconocerlo en sí misma, y hacia allí dirige su violencia. Sobre todo a nivel psicológico, aumentan los insultos y las descalificaciones. Lo que estaría operando sería algo así como ‘se merece que la insulte porque es torta’. De la misma manera, y simétricamente, la maltratada es capaz de asimilar tales acusaciones y humillaciones a causa del autorrechazo que en ella genera su propia identidad sexual: “Me lo merezco (POR TORTA)”. El trabajo del psicólogo acá es ver como opera esto y hacerlo visible para el paciente, para que ante el paciente  eso se “devele”, porque así podemos empezar a bajar los prejuicios.”


El problema radica en el escaso número de denuncias, y en la dificultad de establecer los roles de ‘agresor-víctima’ a nivel legislativo, a pesar de que éstos entre los gays y lesbianas también existen".



 Violencia doméstica


Otro informe importante es el de los National Institutes of Health del año 2000: “los convivientes del mismo sexo registraron una violencia con la pareja íntima significativamente mayor que los convivientes de sexos opuestos”. El 39,2% de las lesbianas declaró haber sido agredida físicamente, acosada o incluso violada por su pareja del mismo sexo. Entre los varones homosexuales, un 15,4% admitió haber sufrido estas actividades.


Se trata, pues, de un fenómeno muy extendido, y registrado en paises que tienen estadisticas para elaborar informes que sirvan para saber como poder encarar algún tipo de protocolo y accionar ante este tipo de comportamientos.


Muchos pueden ligar a otros hábitos propios del estilo de vida gay, como la falta de compromiso,  inmadurez psicológica, relaciones emocionalmente dependientes, depresiones, promiscuidad, etc…


Pero “la homofobia y lesbofobia nos trasvasa en todos los temas. En el caso de los hombres al no usar preservativos, por ejemplo, ya que si la sexualidad es concebida como pecaminosa no voy a incluir en ese terreno la legalidad del forro, ni el cuidado personal y del otro. Hay muchos actos de violencia en los que uno le está pegando al otro por ser gay”.



HABLAR, HABLAR, HABLAR


Una paciente me contaba que a ella un grupo le salvó la vida:




“Participaba de un grupo de reflexión sobre maltrato que a mí me salvó la vida”, cuenta que a fines de los años ’90 tuvo que huir de la ciudad donde vivía a consecuencia de la violencia que su novia ejercía sobre ella. Dice: “Yo tenía un quilombo terrible en la cabeza; la persona que me amaba, me golpeaba. No podía distinguir el afecto de la violencia. Yo tuve una alarma al comienzo de mi relación, pero no reaccioné. Al haber sido víctima de abuso sexual infantil, mi nivel de tolerancia era muy alto: violencia era lo que estaba acostumbrada a recibir y cuando ella me basureaba, yo me sentía capaz de soportarlo porque después venía su amor, su arrepentimiento. Era la repetición de un círculo. Ella era muy hábil para manipularme. Y si yo hacía uso de mi libertad, terminaba siendo lo peor del Universo. Pero mi libertad fue lo que elegí finalmente, pese a haberme ligado varias palizas”.