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Mi Adorado Ezequiel

Por Joaquin | Es increíble como aprendió a culiarme Ezequiel. Como a mi me gusta y como yo siempre lo soñaba desde muy chico. Desde hace t...

Por Joaquin | Es increíble como aprendió a culiarme Ezequiel. Como a mi me gusta y como yo siempre lo soñaba desde muy chico. Desde hace tiempo me culea divino, pero desde hace un par de meses, cuando lo visité en el departamento que vive con tres hermosos mocosos veinteañeros, se está esmerando en hacerle el amor a mi ano, a mi orto, a todo el culo, que lo coje con tremenda eficacia. Parece mentira, pero entramos en un terreno alucinante de comunión pija-ano. Como si fueran el uno para el otro.


Después de la obligada ceremonia de chuparle con hambre la pija a mi amor Ezequiel, como es de rigor, media hora, besarle el cuello, chuparle las tetitas y mamarle su orto limpísimo, depilado e increíblemente ceñido, como si nunca alguien lo hubiera cogido, yo le entrego mi orto dilatado, lubricado, que él tanto conoce y creo que el mismo disfruta.

Ezequiel logra con esfuerzo entrarme la cabeza de su pija de ocho centímetros de diámetro, (nadie puede creer que una pija tenga ese grosor) que la verdad me costó más de 30 años poder encontrar. Después de un trabajo de gran paciencia de unos diez minutos, saliva más gel, dedos, mas lengua, y más gel. Es hermoso y es un caballero, me espera todo lo que necesito.

Creo que me ha tomado un cariño verdadero porque cuando llego para coger con él, cancela todas las llamadas para atenderme como si fuera su novia. Primero me abraza fuerte como enamorado. Me susurra cosas bonitas al oído, despacio,  me besa la espalda, me toma con sus enormes y finas manos, desde los hombros, luego baja las manos hasta mi culo y me lo toma de ambas partes con firmeza, me agarra la pija y los huevos, se tira sobre mi espalda  despacio y me besa el cuello, me toma de los pelos y me acaricia la cabeza, me alaba el olor de mi perfume, me dice que me ama, que siente una atracción muy particular por mi culo y yo me lo creo.

Todo el tiempo me dice cosas cariñosas mientras me tiene la cabeza de la pija  adentro, quieta, haciendo muy despacio su trabajo de ablande. El no se apura jamás, sabe que todo lo que demore, después lo gana. A veces exagera en esperarme y yo le digo que me culie ya pero él no se apura. Me pide tranquilidad. Sabe manejar mi ansiedad.  Empieza muy pero muy despacio a moverse en redondo para que yo sienta la pija sin condón y la disfrute, así se lo pedí una vez y el lo recuerda y cumple mi pedido. No olvida nada de lo que le rogué que recuerde, para que me lo haga mientras me esté culiando.

Me hace la paja despacio y cuando a veces acabo muy rápido, llena su mano de mi leche, me la da a comer y, siempre con la pija perforándome, él mismo toma un poco de mi leche `para que me excite. Y me dice que está riquísima y me hace creer que alguna vez se dejara culiar por mí. Yo en realidad no quiero obligarlo a nada, pero bueno sería que alguna vez me deje aunque sea acabarle en el ano, por afuera, para juntar mi leche con mi propia boca.

Qué hermoso es cuando decide seguir culiándome con unos tres o cuatro centímetros más adentro de mi orto. El me lo anuncia respetuosamente.

-Mirá querido, ya te la estoy poniendo hace rato y vamos a comenzar a culiar de verdad, tranquilizate y a disfrutarla, abrí la cabeza para que se te abra el ano y me tragues la pija, me dice con cariño.

Yo noto cómo él tiene paciencia y me va clavando la verga mientras me sigue haciendo la cabeza con chamuyos; con cariños en la espalda y me toma despacio del pelo, lo tira hacia atrás para que yo tuerza y arquee la columna y el culo se abra y se incruste sobre su pija.

Ya con unos 15 centímetros adentro,  mi amado Ezequiel vuelve a frenar su ímpetu y se detiene, empieza otra tanda de besos y frases bonitas. Sigue haciéndome el amor y me serena, encuentro equilibrio con sus palabras mientras me perfora el culo. Pone un poco más de gel alrededor del ano y continua.


A veces está bastante inquieto y entonces me clava veinte centímetros fuerte y cuando me asusto, me pide disculpas, me lubrica y me vuelve a sacar a la pija y a poner su terrible cabeza con delicadeza y le encanta. En cambio, cuando estoy excitado y le pido que por favor me clave la verga de golpe, él sabe que me hará doler y que le voy a pedir que me la saque, pero no me hace caso porque también conoce mi lado histérico y sabe que unos minutos después de llanto y berrinche, yo me quedaré quieto y me  adaptaré al tamaño de la verga, para pedir más y más acción, que me perfore y me haga sufrir un poco y gozar al mismo tiempo.

Primero me coje unos diez minutos boca abajo, luego le pido que sin sacarme la verga me deje saltar sobre ella para disfrutar los primeros 20 centímetros y finalmente me pone boca abajo y yo estirado sobre la cama con las rodillas en el suelo y me culia de parado con sus propios pies en la cama, y me perfora hasta todos sus 24 centímetros.

Se ubica en una posición casi de acróbata para perforarme de arriba hacia abajo. Yo me la paso delirando de felicidad y sabiendo que me quedan muchos minutos más y que me los reserva para cuando estoy con algo de alcohol y sin miedos.

El va regulando la culiada para no hacerme sufrir tanto y sigue sin perder la calma.  Siempre tiene gel a mano y cada vez que nos movemos, me vuelve a lubricar el ano con un dedo con gel y le pido que me lo incruste. Lo hace profundamente y me estimula la próstata con el dedo al punto de hacerme acabar de nuevo y empiezo a desfallecer, como jamás me han culiado en esta vida…

Una o dos veces al mes, si me la clava del todo y de golpe. Y entonces grito y me deja descargarme. No le importan mis aullidos porque tiene un nido de amor magníficamente reservado. Y mis grititos de locura suben y suben por el ardor y la emoción. Es que su pija es mucho más gruesa en la parte inferior. Unos diez centímetros o más, y así se me abre el orto, enorme. Me hace ver estrellas.


Y lo amo más porque sabe pedirme disculpas, cuando el culpable fui yo, que le ruego culiarme con todas sus fuerzas y violencia, atacado de lujuria.

La última vez que lo amé, que me amó, yo estaba tan caliente que le pedí que llamara a uno de sus amigos, para ver si me animaba a la doble penetración anal. Me insistió en que,  si no tendría miedo porque el amigo también cargaba más de 20 centímetros y me podrían lastimar.

Insistí y llamó a Martín, que recién se había bañado y olía a lavanda.

Primero me  tragué su verga hasta más allá de mis fuerzas y fue inenarrable. Gruesa y muy larga, cuando la tenía en la boca, mientras Ezequiel me ensartaba, ya empezaba a soñar en que las dos pijas me taladrarían las entrañas y casi les rogué con mis ojos, que no tuvieran piedad conmigo. Estaba en uno de mis pocos días sin ninguna conciencia.

Me senté sobre la pija de mi bello héroe sexual y con más de 20 centímetros adentro, Martín, empezó a sumarse muy despacio para que mi hoyo empezara a dilatarse, gracias a la calentura y el gel.

Sentí que entraban no menos de diez centímetros y empecé a gritar como loco.

-Basta, basta… que me muero dije y él paró la culiada, asustado. Estaba yo histeriqueando como siempre, hecho una loca, cagado de miedo. Pero no me sacaron las pijas, solamente se quedaron quietos, sabiendo que era más fácil seguir después, antes que comenzar de nuevo el trabajo de perforación.

No menos de cinco minutos de inquietante silencio y paciencia fueron suficientes para que mi pavor se calmara, hasta que yo mismo empezara a agrandar el culo con mi mente y mis dos manos. Y empecé a disfrutar una sensación imposible de explicar, cuando las dos vergas se deslizaban dentro de mi todo mi ser. Empezaba a culiarme de verdad; creí  estar en el cielo, rogando que el tiempo nunca acabe.

Ccuando imaginé que me iban a matar, ya el ano estaba dilatado como para recibir las dos gruesas vergas, que desagarraban sin dolor mi ano anestesiado. Me asombré de lo que había logrado y lamenté no haberme filmado para ver en primer plano como se me abría el culo. En el fondo estaba triste por haber descubierto la doble anal a los 50 años.

Mis amores acabaron juntos pero sólo sentí un chorro de leche, de la verga de Ezequiel que me había perforado más, en tanto Martín la sacó por la mitad para tener un acto de cariño que jamás olvidaré, cuando se estiró para ponérmela en la boca y dejarme que la disfrute hasta agotar sus energías con su baño de miel.

Entre lágrimas. entendí que resultaba  triste reconocer el tiempo que perdí de mi vida, sin hacerme culiar con dos pijas a la vez. Imperdonable.

Sinceramente, ya no se adónde voy a llegar con tanta necesidad de pija en el culo.