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Histeriqueos en red. Morir en lo virtual...

Por Ale K | Esta pagina es tan grande, tiene una extensión en el tiempo y el espacio (a la cantidad de notas me refiero) que mirando una en...

Por Ale K | Esta pagina es tan grande, tiene una extensión en el tiempo y el espacio (a la cantidad de notas me refiero) que mirando una entrada del año 2015, me puso a pensar en la histeria. Y los comentarios! La participación de uds. es lo mejor, no tiene desperdicio. Leyendo algunos comentarios de la nota "Para divertirnos un poco... paja... sin histeriqueos"  se me ocurre pensar en las veces que sale a relucir el tema del histeriqueo en el consultorio. Si nos abocamos a lo meramente académico, el término “histérico” antecede a la psicología en la historia. Ya la palabra era utilizada por Hipócrates y deriva de “Hysterós” -útero- explicado como una serie de síntomas que padecían justamente las mujeres por una mala ubicación del mismo en su cuerpo. Entre los tratamientos se recomendaba casarse. (Cuak!)

En el siglo XVII se consideraba la enfermedad más frecuente después de la fiebre y recién en el siglo XIX fueron los neurólogos los que comenzaron a interesarse en el tema, frente a la cantidad de síntomas que presentaban estos pacientes, sin la posibilidad de atribuirlos a una enfermedad física. 

Fue Freud quien popularizó el término al agregarle el concepto de “conversión” y describir el mecanismo a través del cual conflictos irresueltos, inconscientes, pueden transformarse en síntomas físicos. Este hallazgo implicó el concepto entonces de que el cuerpo puede representar los dramas de la mente. 

En los últimos años, en nuestro país, la palabra mutó a un verbo muy utilizado: “histeriquear” y de allí en más, mil historias vinculadas a una conducta de permanente seducción y mensajes ambiguos, que no concretan nunca la relación amorosa ni la sexual. 
En mi experiencia clínica en la consulta se podría- “definir el histeriqueo como un escarceo de seducción que puede resultar insuficiente, ya que es un juego perverso en el que seducir difícilmente se concreta, y lo que se busca es llamar la atención y alimentar la propia autoestima”.
Es quizá en este punto donde podamos encontrar varias respuestas a este ‘histeriqueo’: “En una autoestima pobre que necesita de la mirada del otro permanentemente, en las propias inseguridades que llevan a que se actúe un ‘personaje’ en el que se representa lo que ‘debería ser’, y en un miedo profundo a involucrarse con el otro. Si lo encuadramos dentro de los trastornos sexuales, podría clasificarse como un trastorno de la intimidad, es decir la dificultad para establecer relaciones con la persona”. 

Algo para tener en cuenta: “El término utilizado de manera popular tiene que ver con la falta de compromiso afectivo, la tendencia a lo rápido que no requiera mayores esfuerzos que una prudente distancia de seducción. Una relación verdadera implica esfuerzo, trabajo, lidiar con emociones que se van complejizando. Algo que muchos temen, aunque en el fondo lo deseen”. De esta forma miedo e histeria se unen para imperdir conocer al otro. 

Algo que se escucha mucho en el consultorio es que: “A la hora de los bifes no pasa nada”, confiesa Germán, de 29 años habla y detalla así su caso: “Tanto en lo sexual como en concretar la relación pasa igual. Lo peor de todo es que se vuelve enfermizo, ya que el pibe me termina por gustar cada vez más, se convierte una obsesión. Veo fotos, las que mas me llaman la atención es la de los flacos en bolas cuando por fin liberan las fotos en MH. Aunque a mi me gustan más los perfiles que tienen las fotos liberadas –dice- Me dí cuenta que estos son más de ir al frente".
 

Esto no es terreno exclusivo del ambiente gay, Adrían, médico de profesión también cuenta que esta es situación ocurre en sus filas: desde hace dos meses con una chica que conocí en el cumpleaños de un amigo. Si bien hemos transado y he salido con ella a comer, en el momento de querer tener sexo, o de juntarnos de nuevo para conocerla más, siempre tiene algún ‘pero’. Lo peor es que mientras más se niega, más me gusta, va y viene, pero no llego a ningún lado”.

La delgada línea roja


Como un disco rayado. Así se vuelve el rulo infinito del histeriqueo, una constante de comportamiento. 


Cuando necesitan llenar su ego a partir del OTRO.


Un caso muy conocido es el del Don Juan, que necesita siempre tener publico para sostener su propio ego, hoy día es muy común el caso de chicos que se meten dentro de una pareja para trío y en el mejor de los casos formar trieja.
Malas noticias llegan desde el frente, ya que en general cuando es el histérico quien "penetra" en la pareja lo hace para realizar una acción de "ataque y fuga", en principio estar con los tres para apoderarse de uno de los dos de la pareja o resultan excluidos, repitiendo la salida exogámica del matrimonio de sus propios padres, por algo que seguramente no ha quedado claro en aquella. Asimismo gustan de tener más de algún amigarche al que no permiten seguir con su vida amorosa para tenerlos como espectadores y nutrir a su propio YO de toda la seguridad de la que carecen. 

“Podría decirse que se cae en la patología, en función del daño que este tipo de conductas van a producir en la persona que la presenta, o en el otro. La mayor dificultad en estas situaciones es que quienes reconocen el problema y piden ayuda suelen ser las ‘víctimas’, no los histéricos que pueden permanecer mucho tiempo en este modelo de relación. Quien sufre es la potencial pareja, que interpreta las señales del otro como de acercamiento y que recibe finalmente una respuesta frustrante de rechazo. En el devenir del tiempo, él o la histérico/a, probablemente van a darse cuenta de su limitación para establecer relaciones afectivas”.

Sin embargo, estas actitudes también consiguen despertar todo tipo de sentimientos encontrados. 

Carlos tiene 25 años, estudia la carrera de Derecho y aunque desea desde hace mucho conocer a alguien, se autodefine como “víctima del sistema”. Y cuenta su experiencia: “Casi todos los fines de semana voy a un boliche. Hace como seis meses conocí a un flaco de 36 años que va a levantar minas nada más. Yo lo sé, lo tuve claro desde que estuvimos juntos una noche. Pero desde entonces suele aparecer con mensajes de texto y un ‘hola’, o llamados de madrugada para saber si estoy disponible, como si le interesara, pero si le contesto no me da bola ¿Qué onda? ¿Ni siquiera para tener relaciones son claros o les da miedo que ver dos veces a la misma persona pueda ser peligroso para su carencia de compromiso afectivo?”

Desde este lugar, lo sexual y lo histérico suelen encontrarse ligados en el imaginario popular, ya que como lo que se envían son mensajes de seducción, se piensa que la relación debe culminar, para ser completa, en una relación sexual. Y como ésta no se concreta y se frustra, se frustra también la sexualidad. 

¿Histérico yo?


También el chat parecería confabular histriónico desde el teclado, para flirtear cómodamente histeriqueando aquí y allá, sin más límites que la web. De hecho en esta pagina la sesión de CHAT es una de las mas visitadas. 

Algo que todos aprovechan por el perfil anónimo del contacto. 

Pablo es estudiante de psicología, tiene 27 años y desde hace un tiempo ha llegado a odiar Internet. “Para mí es la fiesta del histeriqueo. Cero contacto real con la persona que le asegura a la histérica que está del otro lado, tenerte a las idas y vueltas. El histeriqueo es bueno si es moderado y termina bien. Uno ‘juega’ a decirse cosas indirectas pero cuando estás enfrente de la persona les cambia el chip o ‘si te he visto no me acuerdo’. Yo me cansé de una chica que si bien me encantaba, evidentemente tiene un problema”.

Grindr y su fuerte agresividad alienante: 


Siempre recuerdo a un paciente que me dijo: ‘No hay nada más deprimente que estar siendo cogido por alguien que, al mismo tiempo, está buscando su próximo garche en Grindr’, -agregó- Me enfiesté con un jugador de rugby pelirrojo que arregló para que un brasileño viniera a mi departamento. Cuando el brasileño saludó, el rugbier ni contestó porque ya estaba buscando al próximo.


De este tipo de alienación hablo.

Grindr es la epitomización (un resumen) de la inseguridad sexual ya que promete a sus usuarios una cantidad ilimitada de partenaires sexuales con el menor esfuerzo. Uno solo tiene que gruñir frases como: ‘Sos activo o pasivo? Tenés lugar? Más fotos?’. En Grindr todos se presentan como "lo mejor que podría pasarte al momento de tener sexo", pero ese ideal cae cuando tenes a la otra persona delante, y a pesar de ese desencanto se puede seguir teniendo sexo, bajo el lema de "si llegué hasta acá, llego al final. Este mismo paciente comentaba en otra sesión que una vez mientras estaba teniendo sexo oral en su casa con un desconocido, este le pide con carácter de urgencia un cargador porque su celular estaba agotando la batería. A que este miraba continuamente su celular, más específicamente Grindr, mi paciente achacaba que su partenaire sexual tuviera su pene algo fláccido. 

Podría decirse que Grindr es el sistema nervioso de esa anatomía del sexo casual gay urbano, que tiene un indice muy alto de agresividad tal vez porque sirve para la triangulación de la venta de drogas asociados al acto sexual. 

¿Alguien ha notado la cantidad de perfiles que se autodefinen por el NO? 

  • NO a los veteranos, 
  • NO a los plumíferos, 
  • NO a las mostras, 
  • NO a los gordos, 
  • NO a determinado color político, 
  • NO hay foto NO contesto, 
  • Si NO contesto es porque NO hay interés, 

Y muchos otros items que se me deben escapar. 

¿Pero por qué el sexo y las drogas parecen ser tan atractivos cuando van juntos? Además de por las razones obvias, tanto el sexo gay como las drogas han sufrido siglos de estigmatización, criminalización y patologización. Gran parte de esto es justificado si se tiene en cuenta que muchos, usuarios de la red se convirtieron en portadores HIV de esta manera. Sin embargo, la relación entre drogas y HIV no es tan unidireccional como puede parecer a primera vista. 
Si bien las transmisiones se producen bajo los efectos de las drogas, las drogas también constituyen un lugar donde escaparse para aquellos que ya son seropositivos y no quieren afrontar dicha realidad. Un paciente comenzó a tener sexo con drogas no antes sino después de saberse portador HIV. En sus propias palabras: ‘Me sentí sucio y una mierda. La droga me ayudó a escaparme de eso ya que quería estar fuera de mí. Por supuesto, eso definió la forma de contactarme sexualmente con las otras personas. Muy rápidamente, ya no podía tener sexo sobrio’.
Lo más interesante de lo que me dijo mi paciente cuando le dije que estaba por escribir sobre el tema fue que, según él, todo esto cambió el modo de tratar a sus parejas sexuales. Se volvió agresivo y oscuro. ‘No sentía deseo real por ellos. Solo quería usarlos y ser usado’.


Conclusión: 



No obstante, tampoco se puede hablar de un apogeo del histeriqueo. tal vez sea frecuente en ciertos ambientes o se confundan estas conductas con el juego real de la seducción. 

El término histeriqueo se usa vulgarmente en su acepción de dejar pagando al otro, de generar una expectativa y dejar en suspenso, en un juego de seducción infantil de escondidas donde nadie se deja atrapar y siempre hay uno que corre al otro para no poder alcanzarlo. 

El tema es mucho más profundo de lo que parece y salta a la vista porque el histérico en su posición lo que hace es dejar el deseo del otro insatisfecho, pero no por voluntad propia sino por una imposibilidad de hacerse cargo de su deseo propio. 

Todo lo deseado es lo temido y de eso uno se escapa cuando se hace insoportable al yo y aparece la angustia que alerta de que algo no se puede sos-tener. (Ni sos ni tenés el falo). Entrar en el juego acarrea serios trastornos porque hay que diferenciar el tema de hacerse el/la interesante del no poder interesar-se/te por el otro. 

El histérico frustra y en esa acción que no "pasa al acto" deja impotente al que quiere entrar en su mundo o intenta acercarse, hace barrar el deseo del otro y le dice si pero no, un si a medias que no calza en su pie porque nunca se lo deja probar y no hay horma que le convenga.
Es el eterno juego del gato con el ratón donde no se come ni deja comer y el queso no lo tiene ninguno. 

El histérico vive intentando ilusoriamente que es otro quien va a entrar y ese otro nunca llega y es autoengaño pensar que va a lograrlo. En ese sentido se miente y engaña para ocultar su fracaso y su ocaso. Te la muestro un poquito, pero no te la voy a dar... 


Ale K


* Ale K es licenciado en Psicología y Abogado (UBA), psicoanalista y coordinador de grupos de reflexión. Trabaja con pacientes HIV, con parejas y varones gays.
Es comunicador radial distinguido por divulgar la cultura lgtb. 
*Tratamientos analíticos: Individuales adolescentes y adultos; parejas y grupos. 
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