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Te amo Capo. Rompeme bien el culo. El marginal (Capitulo 2)

Por Clark | Que un preso gastara para coger conmigo su pequeña fortuna mal avenida me hizo sentir como en el tango la “Muñeca Brava"...

Por Clark | Que un preso gastara para coger conmigo su pequeña fortuna mal avenida me hizo sentir como en el tango la “Muñeca Brava" (veterana, claro) o “el Príncipe del hampa”.
Ya sé que estoy loco. Sin necesidad verdadera, soy parte del mundo sórdido de la prostitución.
Más allá del glamour con que me rodeo para un público VIP, me siento más cerca de un personaje marginal que de mis académicos colegas. Sin embargo, no veo diferencia en mi conducta con la del que tiene una vida digamos “normal” y va de tetera.

Con el rechazo a los maduros, si no fuera por mi pija, no garparía.

Pero cuando tengo que mear en baño público, no doy bola, echo el cloro y a otra cosa.

Necesito estar tranquilo y en pelotas para hacer algo. Controlar la situación en mi lugar, sin interrupciones, con mis condiciones, con higiene y cuidados. Con mis tiempos.

El dinero y los piropos de mis clientes me dan la ilusión de llenar un vacío. Un vacío al que también le escapan los teteadores, los “sin compromiso” y los pajeros adictos. Un vacío que retorna.

Entonces soy un papá, soy un tío degenerado, soy un marido arrendado, soy el macho experto que inicia, el que vende certeza, el que comparte masculinidad con otro macho casado con mujer que se da una hora cada tanto para bajar su presión cotidiana en secreto.

Soy nadie ni nada.

Pero también poronga de un delincuente que cagó a sus cómplices escapando por ello de su sentencia de muerte.

Y lo gocé como un cerdo. Lo gocé porque coger con él hubiera sido prohibido aún perteneciendo a su mundo.

Lo del sexo entre rejas es un mito.

Así que dejé retozar al prófugo, le escondí la bolsa, le enchufé un Rohipnol (1) y lo hice terminar la que tenia.

Entregado se arrodilló y volvió a mamármela.

Lo puse en cuatro en el piso y entré a darle lengua por el orto mientras lo pajeaba y le sobaba los huevos.

Era fuerte el morocho.

Con toda la cocaína que tenia encima se le puso dura pero ahora ya no lo dejé que me volteara.

Ya me había cogido demasiado.


Con la boca torcida me decía de lo puto que yo lo ponía, que siempre soñó con un macho así, que deseaba que le hicieran el orto mientras se drogaba con los suyos, pero que demostrarlo hubiera sido su peor condena.
Lo lubriqué con abundante gel y en un descuido se la enterré hasta el fondo y se la retiré al segundo antes de que gritara.

Se tiró dolido de costado casi en posición fetal.

Después de todo, su cuerpo venía tan lastimado...

Lo abracé y acuné en cucharita.

Se dio vuelta, se me puso encima y me comió la boca haciéndome adormecer los labios por el gusto a cocaína mientras sentía su morcilla dura otra vez, sobre mi verga en llamas.

-Te amo Capo. Rompeme bien el culo-

Entonces fui Yo.

Lo puse en cuatro otra vez y le entré a dar sin asco.

Le levanté las piernas y lo clavé de frente mientras le mordía las tetas.

Él desesperaba por alcanzar mi boca pero yo se la negaba por capricho.

Lo giré de costado.

Con una mano le aplasté la cara contra el piso y con la otra le abrí uno de los gajos para ver su agujero comiéndosela entera.

Se la enterré a fondo fuerte y se la saqué no sé cuantas veces para volvérsela a enterrar.

Tampoco sé cuánto tiempo estuve disfrutándole el culo así, mientras le decía negro puto que bien te tragas la mía y otras cosas.

Tuve que taparle la boca para que los vecinos no escucharan sus aullidos, hasta que vi que mi verga con forro salía de su orto con sangre y mierda, entonces se la dejé adentro a fondo quieta, dura y expectante mientras le hacia una paja feroz.

El marginal se tensó como una cuerda y largó un lechazo espeso y largo, reprimiendo un grito, cerrando el culo fuerte haciéndome doler la pija.

Se desmoronó noqueado en el piso por efecto del psicofármaco y la descarga, chorreándole el ojete, latiéndole la morcilla.

Quedó roncando en el parquet despatarrado sobre su mierda con sangre, su sudor y su guasca.

Continuará…


 (1)  Rohipnol (Flunitrazepam) Fármaco hipnótico de la familia de las benzodiazepinas indicado para el tratamiento de la intoxicación por Clorhidrato de Cocaína.