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Desde el closet: Un chico mas y la insoportable levedad del ser .... gay.

Por Diego | Relatos de los lectores | Hola amigos del blog! Voy a aprovechar el anonimato que nos provee Internet para compartir con ustede...

Por Diego | Relatos de los lectores | Hola amigos del blog! Voy a aprovechar el anonimato que nos provee Internet para compartir con ustedes una historia. Si disponen de 5 minutos para leerla, serán bienvenidos! En realidad, más que una historia se trata de una colección de pensamientos que he decido volcar en palabras escritas. Supongo que la escribo porque a veces necesitamos una válvula de escape para dejar escapar sentimientos que nos inquietan.




Tengo 29 años y, como muchos otros chicos, estoy en ese claustrofóbico y solitario lugar conocido como “closet”.

Si bien soy del interior de Argentina, aproveché que vivo en CABA para cometer algunas travesuras :P
Aquellas travesuras que se podían cometer cuando no estabamos en pandemia.
En cierta ocasión, encontré un lugar en Internet que es una especie de bar gay donde si vas, es porque querés sexo (de esos que tienen cabinas, laberintos, etc.). Y si bien le tengo mucho aprecio a mi mano derecha, creo que ya era hora de tomarnos un “break” y empezar a salir con otras personas, jaja! No suelo frecuentar ese tipo de lugares, pero a veces los instintos nos hacen tomar decisiones poco comunes.

Con las hormonas un tanto alborotadas (léase, una terrible calentura), una noche me armé de valor y me mandé. Entré al bar y salí disparado a los 5 minutos! Me sentí super incómodo y no tuve coraje para quedarme... Cosas de novatos supongo.

Sin embargo, me estuve torturando toda la semana con pensamientos del tipo: “No pasa nada!”, “Relajate y disfrutá, y si no pinta no hagas nada, maricón!”. Así que el fin de semana siguiente, decidí volver. Debo admitir que una botella de Malbec y dos latas de cerveza me ayudaron a tomar la decisión, je… Bajar las inhibiciones que le llaman.
Entré al bar nuevamente, me compré una cerveza (a esta altura ya llevaba un pedo interesante) y me senté en un rinconcito sin hacer contacto visual con nadie.

Después de 20 minutos se me acerca un pibe de unos 27 años, estatura media… un chico normal supongo (convengamos que yo soy normalón también, nada del otro mundo); pero el pibe era re-simpático y a mi la simpatía me puede. Me sentía más relajado y estuvimos hablando boludeces un rato (mi nivel de calentura en ese momento se acercaba al nivel del magma volcánico).

En fin, la cuestión es que me invitó a pasar a una de las cabinas para "tener más privacidad". Por suerte era de las primeras cabinas, de esas que no tienen agujeros en la pared; y menos mal que fue así, ya que me preocupaba que algún desubicado nos filmara a escondidas. Te imaginas? Al otro día ves tu video en Twitter y te das cuenta que te has convertido en un actor porno accidentado de la noche a la mañana.

Se imaginan lo que pasó en la cabina, no? Nos echamos un polvo espectacular. Ok, para ser honesto estoy mintiendo, ya que no duré ni 10 minutos, jaja! en realidad si estuvo bueno, a pesar que la duración haya sido inversamente proporcional a la temperatura de mis testículos.

Resumiendo: me animé a ir, la pasé bien, me saqué la calentura y bla bla. Pero por algún motivo, siempre que tengo sexo casual con algún desconocido me termino sintiendo peor y más solo que antes. A lo mejor yo soy un poco enroscado y tengo que aprender a relajarme, pero cada vez que termino el "acto" me siento avergonzado y, lo que es peor, me siento triste y vacío.


La única verdad es que me encantaría encontrar una persona en la misma situación que yo. Que sepa exactamente lo que siento sin que tenga que explicárselo con palabras. 
Una persona con un corazón gigante y la cabeza bien amoblada (no hay nada más atractivo que un cerebro bien puesto).

Un persona que se convierta en mi mejor amigo, mi cómplice; que con sólo tocarme me afloje las rodillas. Una persona que me invite al cine a ver una peli de Tarantino y me roce la mano en secreto por debajo de la butaca; un pibe de andar tranquilo, que le guste la buena música y disfrute un buen vino.

Alguien que me lleve a la cama y, que después de hacerme acabar, no me haga sentir avergonzado y con ganas de salir corriendo inmediatamente.
Una persona que con una sola mirada te diga diez cosas a la vez. Mi mejor amigo, un alma gemela.
Ya paro porque estoy divagando (y de forma bastante cursi, por cierto :P ).

Demasiado bueno para ser posible? Lo dudo. Estoy seguro que ahí afuera, en algún lugar de esta inmensa ciudad, está mi amigo buscándome sin encontrarme... por ahora.

Amigo lector, si llegaste hasta esta parte, agradezco de corazón tu tiempo. Espero que te haya gustado esta historia (si es que puede llamarse así) ó, en el peor de los casos, al menos te haya robado una sonrisa.
Yo disfruté escribiéndola y sentí que me sacaba un peso de encima mientras lo hacía.

Un gran abrazo.