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Maldita razón sobre el corazón.

Por Lisandro - La vida entre baños y lugares públicos produce la adrenalina propia del encuentro furtivo y el placer extremo y peligroso, ...


Por Lisandro - La vida entre baños y lugares públicos produce la adrenalina propia del encuentro furtivo y el placer extremo y peligroso, que para los que  deambulamos por distintas razones esos ámbitos, conocemos por un lado, de las bondades de esos instantes y del volver a la vida cotidiana sin cargas sobre los hombros y por el  otro de la vacuidad de sentimientos que rodean esas cuestiones.



También en algún momento la globalización y la tecnificación nos han traído novedades,  a los que platinamos sienes y barbas, (poco, anticipo, entremezcladas con mi castaño claro de siempre, pero que están, y dan cuenta del paso del tiempo y de la vida, soy del 67).

Pero sigan leyendo, creo que me van a entender...





Estas novedades y recursos que no teníamos hace 20 años, nos han dejado a la mano otros,  con un sabor a seducción, a adrenalina, y a excitación que no poseíamos allá por inicio de los noventa,  más  que por medio de la mirada incisiva, fugaz y penetrante al medio de los ojos de nuestro objeto de deseo.

Por supuesto estoy hablando del chat, pero no de aquel que tras del Nick “te la tomo toda ya” aparece como uno más que me ocasionaría la “molestia” de tener que vestirme e ir a un encuentro… (En general mis encuentros cibernéticos son en mi cama, netbook  en regazo y con tiempo ocioso y verdaderas ganas de hablar” de cosas interesantes)

El Nick “alguien con quien charlar” fue el elegido, para iniciar ese contacto. Siempre voy al frente en el ciber espacio. No me quedo horas mirando novelas por la tele mientras espero a que alguien me hable. Saludo y seduzco a todo aquel que me interesa. La propuesta al habla, la promesa de la palabra y del intercambio es algo que me seduce.

Su palabra inteligente, su sentido del humor mordaz, su intelecto y todas aquellas cosas que aparecieron en los primeros intercambios,  nos llevaron a estar ese mismo día alrededor de dos horas y pico (con intervalo en el medio, porque mi viejo can, necesitaba que me vistiera y lo paseara aunque menos sea, a que se sentara… porque ya ni podía levantar la pata)

El regreso de la conversación se torno tan interesante, atrapante, seductora, y excitante intelectual  y sexualmente desde lo subliminal (aclaro y repito, por si no quedo claro… jamás una paja por chat, para eso cojo en los baños) que quedamos en encontrarnos al sábado siguiente.

En el medio de esas conversaciones fueron y vinieron también las típicas del chat, de describirnos, y tratar de seducir al otro no solo a través de la mirada intelectual sino también de la mirada literal y fueron y vinieron algunas fotos. Mas mías, que aprendí a preparar y seleccionar para estas vicisitudes, jamás en pelotas ni en garcha al aire, porque repito, para eso me muestro sin tapujos en lugares públicos.

No sé si él leerá este blog, nunca se lo pregunte en los cinco meses que fuimos y vinimos en un enredo de amores y desencuentros que me encargue de organizar y él de sumisa y reaccionariamente de seguirme. Acá lo voy a llamar G.

Nuestro primer encuentro marco las ganas de sostenernos. Nunca sabré si respondíamos a nuestros ideales físicos, o a los que se aproximan a ellos, lo que sí puedo afirmar es que la palabra el intelecto y la seducción en ese bar de Palermo en un verano tranquilo, con insinuaciones procaces pero sutiles me llevaron a su cama.

Los  meses que siguieron fueron de tormenta y alivio, de bravura y de dominio, de dolor y de placer que hicieron que la vida se nos enredara de una manera que me encargue todo el tiempo de destruir.

Trataba de mantenerme lejos de sus mensajes edulcorados, y de sus ganas de compartir la vida conmigo, evitándolos y reprimiéndome, porque la verdad es que lo deseaba a mi lado todo el tiempo y no me lo permitía.

Escritor excelente. Con un carácter del demonio, algo poseído por los raptos del alcohol cuando su cordura no podía con su amargura, preocupado y ocupado por su soledad, era,  nuestra relación una apuesta muy fuerte en sus sentimientos y su vida.

Algo contradictorio también en algunos pasajes de su discurso, pocos agujeros, pero algunos al fin, que mi escucha activa se encargaba de detectar, producto de mi profesión y mi intelecto, pero que no desgrané por qué no me convenía hacerlo.

Un ámbito de laburo en el que nos unió el destino, sin siquiera proponérnoslo, y otros momentos más en los que la causalidad, (como él refería a esos momentos,  también nos encontró de sorpresa)

Fuimos y vinimos desde la razón y el corazón en un sinfín de veces durante cinco meses, yo preso de mis caprichos y de mi neurosis, y el preso de sus ataques de egocentrismo y desesperación por retenerme.

Nos amamos. Como se descubre el amor, incluso cuando el sexo no llega a ser del todo bueno, aunque tuvimos muchísimos encuentros en los que tocamos el cielo con las manos (al menos yo).

Cuando las ganas de estar con el otro no se pueden controlar y se lucha desesperadamente para que eso no suceda, uno termina atrapado entre el deber ser y el sentir.

Volví a enamorarme. Hacía muchos años que por distintas razones que no vale la pena relatar, (la vida, un hijo, etc. etc. etc.) no amaba a un hombre como lo amo a G.

Interiormente todos estos meses supe que jugarme por él seria recoger las cartas y dar de nuevo. Volver otra vez al 8 de enero, y plantear algunas cosas que no me atreví decir,  ni a explicar como Dios manda.

Inventé y se encargó a lo largo de estos cinco meses de encontrar situaciones y estupideces para desencontrarnos. Las mías fabricadas por mi neurosis y mis imposibilidades, las de él por su dolor y su bronca de tener que perseguirme y someterse a mis deseos de amor a cuentagotas.

Finalmente y a sabiendas de que esto siempre iba a ser crónica de una muerte anunciada, encontré las armas para dejar a través de sus reacciones lógicas, y plagadas de un reclamo de afecto feroz, razones intelectuales para alejarme.

Mi intelecto estuvo satisfecho los primeros treinta minutos después de ese encuentro…luego la angustia y el dolor por lo que irremediablemente estaba dispuesto a dejar partir me invadieron desesperadamente.

El chat, nuestro punto de conexión me devolvió a la mañana siguiente muy temprano,  lo que no quería que sucediera. Sus palabras me dejaron tiritando desesperación y angustia.

Subí al auto, maneje como loco las pocas cuadras que nos separan, y lo desperté a timbrazos.

Nos abrazamos desesperadamente. Lloré como cuando se lloran a todos los muertos del mundo. Le grite mientras le golpeaba la espalda que lo quería con locura, que me había arrancado del sopor de la homeóstasis de la vida sin amor.

Lo lleve a su cama. Nos desnudamos y nos besamos hasta el orgasmo y finalmente le pedí por favor que me abandonara, por que iba a seguir haciéndole daño, porque me faltan muchos nudos por desarmar para poder entregarme al verdadero amor.

Para muchos un acto de cobardía. Un acto de infinito egoísmo por que jugué con los sentimientos del otro por el puro hecho de que necesitaba su calor su olor, nuestras conversaciones, nuestro punto de seducción.

No me voy a detener a hablar ni a describirlo mucho a G. Sería una hijaputez, como él diría, sobre todo porque por supuesto, tal y sus palabras nadie llega a los treinta y pico largos entero, y por que también tenía un montón de cosas suyas que harían huir a más de uno, pero que a mí, no me molestaban,  porque hace mucho que aprendí a acomodarme a las fallas del otro, cuanto el sentimiento y el ardor de la piel quema sobre la relación.

Por supuesto que tampoco era un puñado de virtudes y guardaba también aspectos oscuros, que quizás una relación plena me hubiera mostrado, pero que esta que tuvimos solo me permitió olfatear y leer de a títulos y no querer investigar.

Aprendí que no es necesario “saber todo del otro” y lo voy a seguir sosteniendo, porque algunos pasajes de la vida que no se comparten, no se comprenden y generan confusión.

Los que escuché y me sabieron amargos, los digerí rápido, como se toma un remedio que sabe mal, cuando sos pendejo,  pero que te prometen que después vas a estar despojado de todos esos dolores.

Finalmente accedió. Me dijo que no iba a abandonarme, pero que si,  me iba a cortar. Que a su cama no entraba mas.

Me sentenció al destierro ocupando el lugar que su ego se sentía cómodo en ocupar, aun amándome como estoy seguro que me ama.

Es la mejor salida. Me fui llorando a los gritos adentro del auto, una vez más por no permitirme ser feliz.

Pero como en otras épocas de mi vida espero obtener revancha otra vez cuando mi cabeza haya podido ordenar los aspectos que hoy me separan de él.

A la tarde agarre la bicicleta, me metí en la reserva ecológica, di un par de vueltas para que volara toda mi angustia a la mayor velocidad posible y finalmente termine entre los pastos.



Este nuevo anónimo que venía deseándome desde hacía varias pasadas, no tuvo reparos a la hora de bajarme los pantalones y chuparme la pija con una maestría colosal. Nunca llego a metérsela toda en la boca, iba y venía desde mis huevos hasta la punta rodeándola, trabajando tranquilo y mirando cómo me despojaba de mi dolor de esos días, y entraba en el terreno de lo cómodo, de lo conocido, de lo aceptado.

Su maestría y su valentía para comerse la garcha eran colosales, dominaba la situación de manera tan experta que a todo aquel que quiso acercase como suele suceder entre los matorrales, interrumpiendo su trabajo, los echó al grito de “que pasa!, para indicar claramente que era su macho y era solo para él.

Cuando advirtió que me urgía me comiera la pija de una buena vez, me la enfundo con una cancha bárbara y ahí se la metió hasta la garganta majestuosamente. Embebida en su saliva espesa no dejaba de mirarme mientras me comía colosalmente.

Finalmente se dio vuelta, se bajo los pantalones y me ofreció el culo. El acto tan conocido de ensalivárselo me tenia cada vez mas excitado. Se chupaba y escupía la mano mientras me miraba de costado para mojarse la puerta del orto. Cuando lo ensarte me miro desde el otro lado de la cara y me pregunto si me gustaba. Le conteste con una embestida brutal que le dejo toda mi hombría adentro.

Se movió de una manera bestial, pidiéndome leche y con la pija parada al mango que le manoteaba mientras me lo cogía. Se sostenía de unas ramas en el aire, al ritmo de mis embestidas hasta que le llego la leche que pedía a gritos de placer. Cuando lo inunde mientras le mordía la nuca me pedía que no le sacara la garcha de adentro que se la dejara disfrutar toda.

Cuando nos desempernamos me saque el forro lleno de leche y mierda, me pregunto de donde era, le conteste una boludez y me dijo no se cuernos me podía llegar a hacer en una "camita"…

Me subí a la bicicleta y llegue al auto, arranque pensando en G. y en el dolor que todavía tengo en el alma…susurrando...

…Si te quiero es porque sos… mi amor… mi cómplice y todo… y en la calle codo a codo… somos mucho más que dos…somos mucho más que dos…

Siempre, pero siempre G, vas a ser alguien importante en mi corazón.

Maldita razón sobre el corazón. Hoy te amo.