Por Tomas Duarte | Hace dos años me mudé para la zona de Palermo. Un edificio chico, de unos 5 pisos, con dos departamentos cada uno. Poco...
Por Tomas Duarte | Hace dos años me mudé para la zona de Palermo. Un edificio
chico, de unos 5 pisos, con dos departamentos cada uno. Poco movimiento, solo
conocía a mi vecina de al lado, nunca me cruzaba con otros inquilinos. Sabía
que arriba vivía una pareja con un perro por sus ladridos, y algunas noches si
estaba todo en silencio se escuchaba como garchaban. No me calentaba tanto
porque no podía ponerle caras, no los conocía.
La historia que sigue me voló la cabeza...
Un viernes lluvioso volviendo al departamento me encuentro que al abrir la puerta del edificio había un macho empapado de unos 35 años, con su 1.85 aprox, una camisa blanca toda mojada pegada al cuerpo, pelo largo con rulos, muy mojados también y una espalda para hacerle un monumento (o para dedicarle varias pajas también).
La historia que sigue me voló la cabeza...
Un viernes lluvioso volviendo al departamento me encuentro que al abrir la puerta del edificio había un macho empapado de unos 35 años, con su 1.85 aprox, una camisa blanca toda mojada pegada al cuerpo, pelo largo con rulos, muy mojados también y una espalda para hacerle un monumento (o para dedicarle varias pajas también).
‘Buenas noches’ – le digo
‘Buenas ¿cómo va che?’
‘Bastante mojado’
Se ríe. Con esos dientes blancos contrastando su barba negra.
‘Sos el nuevo vecino del 4to ¿no?’
‘Sí, vos?’
Llega el ascensor y mientras apreta mi número y el suyo me
dice:
‘Yo vivo en el 5to’
O sea que esos ruidos de garche de arriba eran de él, al
lado vivía el encargado un hombre sesentón, sin dudas era él.
‘Ah mirá, no conozco a casi nadie de acá’
‘Sí, es un edificio super tranquilo, pero bueno, bienvenido,
yo soy Gastón y mi novia Juli’ –me tiende la mano
‘Tomás’ –mientras le acepto el saludo agarrándole la mano
bien fuerte.
Me bajé del ascensor y no podía esperar a verlo de vuelta,
no podía creer que estuviera tan fuerte. A la noche siguiente escuche el ruido
de la cama. Se estaba garchando a su novia, muy bajito se alcanzaba a escuchar
algún gemido. Me hice tremenda paja, metiéndome dos dedos en el orto,
imaginando que en el departamento del 5to estaba yo y que esos no eran mis
dedos sino su pija; y que era de él la leche que largué manchando mi pecho.
A las semanas me los crucé a los dos; él me presentó a su
novia y a su perrito. Otra charla de ascensor. Cada tanto cuando garchaban me
pajeaba pero ya no tanto. Cuando me lo cruzaba me calentaba su perfume y su
figura pero era en vano, él era hetero y siendo vecino no me iba a tirar el
lance de nada, hay que ubicarse por más lindo que sea.
Siguieron pasando las semanas, incluso meses cuando me lo
volví a cruzar. Eran las 2am y compartimos el ascensor con él y su amigo. Mucho
olor a macho, con una camisa blanca que me hizo acordar al primer día que lo vi
mojado, capaz era la misma. Cuando llegamos estaban abajo 3 amigos de él, se
iban todos a bailar. Yo también. Saludé y me subí al auto de mis amigos que me
estaban esperando.
Suelo aburrirme bastante en boliches heterosexuales, pero
era un cumpleaños, no podía faltar. Mientras mis amigos bailaban me fui a
apoyar un rato a la barra mientras abría grindr a ver si había alguno cerca,
excusa perfecta para irme del lugar.
Un rubio vergón me ofreció ir a su depto, sin dudarlo ya me
estaba preparando para ir hasta que a lo lejos veo esa camisa blanca, esos
rulos, y esa sonrisa. Era Gastón, era mi vecino. Lo tenía a metros bailando con
sus amigos, bastante mal y demasiado borracho. Pasaban chicas y el intentaba
sacarlas a bailar, ¿se habría peleado con Juli, o era una noche de trampa?
Le dije que no al rubio, no me quería ir del boliche,
necesitaba seguir viendo a Gastón.
Al rato vinieron mis amigos y lo perdí de vista. Me rendí,
en definitiva era un pajero, con el chabón no tenía chances. Fuimos al Mc,
dejamos a mis amigas en su casa y por último me dejaron a mí.
Volví a eso de las 6am, no estaba borracho pero sí algo
alegre. Habíamos tomado lo suficiente para que sea una buena noche o algo así.
Al llegar al edificio estaba él. De no cruzármelo nunca, pase
a cruzarlo tres veces en una misma noche, no podía dejar pasar la oportunidad,
sabía que estaba borracho y yo estaba bastante desinhibido. Gastón estaba con
su llave, tratando de abrir la puerta del hall, pero su ebriedad no lo dejaba.
‘Hola vecino’ – me animé a decir.
‘Hola pibe’
Ese ‘pibe’ no se por qué pero me calentó demasiado. Con
aliento a birra, olor a pucho, voz ronca bien de macho.
‘Dejame abrir a mí que se te esta complicando’
Se ríe.
‘Fue una noche dura’
Dura tenía mi verga al tener a ese macho respirándome tan
cerca.
Entramos y pedimos el ascensor.
‘Vi que la pasaste bien’ –dije
‘¿Estabas en el bolcihe? No te crucé’
‘Te vi a lo lejos, tratando de levantarte minitas’
Llega el ascensor, subimos.
‘Muere ahí’ –intenta decir y apoya su cabeza en la pared del
ascensor.
No podía dejar pasar ese momento, tenía al macho frente a
mí, borracho, con dos botones de su camisa desabrochados, asomándose unos
pelos, un jean celeste clarito que marcaba bulto, algo tenía que hacer. Podía
poner de excusa que yo también estaba borracho; miles de cosas se me pasaron
por la cabeza y ya íbamos por el piso 2. En segundos llegaríamos al 4to, yo me
bajaría y quedaría como otra anécdota. O no.
Le agarre el bulto. ¿¿¿Qué carajo hice??? Ya está me la
jugué, no podía dar marcha atrás.
Él abrió los ojos sorprendido y yo empecé a frotarlo.
‘Loco te confundís’ –intentó empujarme.
‘Estás caliente no te vas a dormir así’
‘No soy puto, rajá’
‘¿Juli sabe que te fuiste de joda a levantarte minitas del
boliche?’
¿QUÉ ESTABA HACIENDO? ¿Sobornando al vecino de contarle a su
novia que lo había visto? Si solo me cruzaba con ella algunas veces en ese
mismo ascensor, jamás me hubiese animado a hablarle de ese tema. Pero en ese
momento todo era válido.
Llegó el ascensor al
4to y lo detuve para que no siga.
‘No está’
‘Eh?’
‘La Juli no está hoy’
‘Entonces con más razón ¿dónde vas a descargar la calentura?’
Intento empujarme, pero también empezó a suspirar. Yo seguía
manoseándole el bulto.
‘Salí flaco’ –decía con los ojos cerrados.
Ahí no más desabroché su pantalón .Tenía un slip blanco. EL
MACHO USABA SLIP, UFFF. Se notaba que estaba bastante mojado, saqué su verga.
QUE HERMOSA PIJA!!Morocha, gruesa, peluda y muy dura. Me la metí en la boca y
sentí el sabor de su líquido preseminal, ¡qué mojado que estaba!
El macho suspiraba y yo en mi boca tenía toda su verga y en
mi mano sus huevos largos.
Siguió con los ojos cerrados hasta que entendió la situación.
‘¿Acá puto? ¿Querés que nos vean pelotudo?’
‘Vamos a mi departamento’
‘No, no, flashee’
Y en vez de tomarlo de la mano, lo agarré de la verga y lo
llevé hasta mi puerta. Sus jeans arrastando en el suelo, le costaba caminar. No
se resistió más.
Entramos y él mareado no sabía a dónde ir. Yo vivo en un
monoambiente, así que tenía la cama cerca. Se tiró ahí y yo seguí haciendo mi
trabajo. Primero le saqué los zapatos con sus jeans y slip, la pija se le
estaba durmiendo y él también. Se agarraba la cabeza, no se si de la borrachera
o por lo que estaba haciendo. Le desabroché los pocos botones que le quedaban prendidos
a su camisa y empecé a besar ese pecho peludo.
Bajé hasta su verga y se le empecé a chupar de nuevo. Ya no
estaba dura así que empecé a sentir como se iba endureciendo en mi boca. Él inmóvil
con los ojos cerrados ¿dormido? No creo, de a ratos suspiraba. Su pija ya dura
como un fierro no paraba de regalarme ese líquido preseminal que llenaba mi
boca. No se cuánto tiempo estuve chupándosela, pero el sol ya entraba por la
ventana.
Lo pajeaba y chupaba, chupaba y pajeaba, no podía parar.
Quería su leche, aunque de lo borracho que estaba no se si acabaría. Quería que
me garche, que me agarre con sus manos grandes pero era imposible, él estaba
casi inconsciente y sentarme arriba y meterme su verga en mi culo era algo que
me calentaba pero que me parecía demasiado, no era una porno. De todas formas
estaba disfrutando muchísimo de mamar esa pija.
Seguí un rato más y cuando ya me estaba dando por vencido,
siento que sus suspiros comienzan a incrementarse. Cada vez más seguidos y cada
vez más fuertes. Con una mano lo pajeaba, con la otra tocaba su pecho y con mi
boca y lengua le chupaba toda la cabeza de la pija. Cada vez más suspiros hasta
que siento que su chota empieza a ponerse muy dura, empieza a latir. Se viene
la leche del macho y se viene en mi boca. Pensaba escupirla como hago siempre,
pero entre suspiro y suspiro se levanta y con sus dos manos me entierra la pija
en la garganta.
Gime fuerte, un gemido que seguramente escucharon los
vecinos. Yo siento su leche inundándome la boca. Él no saca sus manos de mi
nuca, me mira a mis ojos llorosos de esa verga. Tengo que tragar esa leche, la
sentí caliente como iba recorriendo mi esófago.
‘Puto de mierda’
Quedé sin habla, no sabía que hacer ya, se le había pasado
la borrachera en un segundo cuando entendió lo que estaba haciendo.
Se puso el jean, agarro sus zapatos y su camisa y se fue. Yo
todavía tenía el gusto de su leche en mi boca; use uno de mis juguetes para
poder acabar.
Me quedé pensando mucho qué pasaría la próxima vez que me lo
cruce, pero eso queda para otro relato.