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Panadero. Entre bolas de fraile y suspiros de monja.

Por Mr. Brightside | Anoche estaba medio embolado en casa, pero sin planes para ir a ningún lado. Como no tenia nada en la heladera, y los...

Por Mr. Brightside | Anoche estaba medio embolado en casa, pero sin planes para ir a ningún lado. Como no tenia nada en la heladera, y los super ya estaban cerrados (tipo 11), fui a buscar plata al cajero de la esquina así me pedía algo. La noche estaba bastante linda, y a decir verdad, mucho hambre no tenía. Tampoco estaba muy sexual que digamos. Esa misma tarde había venido un pibe con el que garcho prácticamente todos los findes y me había dejado seco y satisfecho. 
Así que empecé a dar unas vueltas por el barrio. Había mucha fiesta en terrazas! Mucha música noventosa, mucho trencito. Pasaba cada tanto algún chonguito a tomarse el Metrobus a Palermo. Pero posta estaba en otra, cero onda de levante. Así habré estado como dos horas, caminando, parándome en alguna esquina a ver la gente y los autos pasar. Paraba muy seguido en dos locales que quedan a los dos costados de mi edificio, que tienen como un espacio en el ventanal como para apoyar el culo y sentarte. En eso estaba en un momento, cuando cae el panadero de la cuadra, cuyo local queda al lado de ese local. Fueron dos segundos el cruce de miradas, pero fueron suficientes para darme cuenta que me clavo los ojos y que acto seguido se manoteo el bulto. Ahí lo empecé a estudiar. Se hizo el que no encontraba las llaves, el que le costaba abrir... Siempre relojeando a ver si seguía mirándolo. Cuando finalmente abrió, fingió una llamada por teléfono (la pantalla nunca se le ilumino) que hacían quedar a Karina Jelinek como Norma Aleandro al lado de él con su pobre talento actoral. Y siempre mandándose alguna acogotada al ganso. Cuando ya fue muy insostenible el teatrito, me tiro el típico "Todo bien? Que andas haciendo?". Iniciamos un breve dialogo trivial, en el que me indago si era del barrio, por que zona vivía (le invente que vivía como a dos calles cuando en realidad vivo prácticamente al lado), SI CONOCÍA A ALGUIEN... Y termino en el también típico "Que buscas? Que te gusta hacer?". Le respondí con un categórico pero intrigante: "QUERES QUE TE MUESTRE?". Me pregunta si me va chuparla. "Obvio, a full", le contesto. "Pero me la chupas y te vas", me dice, condicionando el encuentro. "Si, dale. No pensaba quedarme tampoco". Y me hace pasar. "Ni una palabra a nadie del barrio de esto", me dice. "Ya te dije, no me llevo con ningún vecino, y yo tampoco quiero kilombos", me digo. Me hace pasar a la cocina. Entre bollos de masa levando, medialunas y facturas varias recién terminadas de hornear. Y ahí le desabrocho el pantalón y le saco la chota, gomosa aun. En dos o tres chupadas ya se le puso al palo. Se la comí entera, a fondo (no era muy grande, pero tampoco un maní). 
Me agarro de la nuca con las dos manos y me empezó a marcar el ritmo primero, y después a hundirme la chota a fondo, cogiéndome la garganta a full. Me soltó y se la empecé a gargantear con desesperación. Me puso a mil esa forma en la que me cogió la boca. "Despacito, suave", me pidió. Y cumplí sus ordenes. Empecé a chuparle los huevos también. Me pidió que me pare y me baje los pantalones. Pensé que me iba a coger ahí de una y a pelo (yo al menos no tenia forros encima). Pero no. Mi pija salto del boxer, al palo y me la agarro de una, empezando a pajearla. Yo lo imite. Al rato me saco la mano y sin soltarme la pija, me mandó la suya entre las piernas. Se dio vuelta. Y no lo dude. Baje y le mande la lengua al hoyo. Fue inmediato: apoye la puntita nomas y enseguida arqueo la espalda. Una cola lampiña en los cachetes pero apenas peluda alrededor del rosquete. Hermosa! Encima un culo bien redondito, hermoso de agarrar con las manos. Le pegue una buena chupada de orto un rato, hasta que subí y empecé a puertearlo, a pasarle la pija por la raya y por el agujero. No se resistió, así que asumí que quería que lo coja. Empecé a apuntar para adentro, y cuando estaba por entrar, se da vuelta de golpe, me hace arrodillar de vuelta y me dice "abrí la boca", pajeandose. Yo quise comérsela de vuelta, pero me agarro de la frente firmemente, alejándome de mi objetivo y no dejándome acercar. "Abrí bien la boca, dale", mientras se pajeaba con más fuerza. En pocas sacudidas me empezó a lechear la cara. Quede todo glaseado. Apenas las últimas gotas fueron al piso. Me quise pajear yo pero me dijo "no flaco, acá no", mientras el se guardaba todo. Me invita a pasar al baño a sacarme los lechazos de la cara. Me limpio, y me acompaña a la puerta. Cuando me aseguro que el volvió a meterse adentro, me meto yo a mi casa y me clave terrible paja pensando en los lechazos que pude saborear desde la comisura de mis labios.
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