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CORREDOR NOCTURNO, en Ranelagh lo último que se pierde es la esperanza.

Matias Savedra | Aprovechando el inicio del verano y la salida al aire libre, retome una de las actividades que más disfruto: salir a correr...

Matias Savedra | Aprovechando el inicio del verano y la salida al aire libre, retome una de las actividades que más disfruto: salir a correr. Ya tomé la costumbre de salir de noche, esta más fresco, hay menos gente y, claro, siempre está la posibilidad de cruzarse con algún otro corredor o paseador que este excitado de tanta actividad física.




Soy de Berazategui, salgo a correr a la estación de Ranelagh, y si bien no hay mucha data sobre teteras o lugares de crusing en zona sur (siempre el monopolio porteño se queda con lo más interesante), me encontré con una sorpresa en mi regreso al parque. Si bien antes había escuchado y leído que había "movida" en este parque, nunca pude presenciar ni comprobar nada, si bien es grande, esta cuidado y bien iluminado... no había demasiado escondite posible. Pero post-pandemia, y con arreglos en las vías a medio terminar, la historia es otra. Para quienes conocen el parque: el sector que más garpa es entrando por el cruce de vías de Av Sabin y 366, pasando por atrás de la cabina del guarda del tren, siguiendo el caminito del bosque entre los árboles, la zona es propicia para los encuentros. Las veces que fui entre las 21.30 y las 00, siempre me crucé a alguien merodeando con ganas de una mano amiga y algo más. Y si no hay nadie, siempre se puede hacer ojitos a algún otro atleta o transeúnte, a veces hasta pasa alguien recién bajado del tren a ver qué pasa ahí. No es un cogedero, vale la aclaración, porque no es demasiada gente la que conoce o se anima, a veces recién me cruzo a alguien después de dar varias vueltas al parque entero. Se puede pasear por ahí o quedarse entre los árboles, incluso en una pila de durmientes más a la vista de quienes transitan por la senda peatonal para extender la invitación a algún curioso.



Les cuento algunas de las primeras anécdotas que me sucedieron al volver a la rutina atlética. Al principio, no pensaba que sucediera nada, como en otras oportunidades había salido a correr por la zona y nunca sucedió nada, estaba con pocas esperanzas. Pero, como ya mencioné, por un arreglo en las vías hay pilas de durmientes y materiales de construcción justo antes de la parte más tupida del parque, eso junto con una pobre iluminación deja el escenario ideal. Tengo 25 años, hago actividad física desde la adolescencia y sin bien salir a trotar es más un hobby a esta altura, estoy en buen estado. Estar corriendo con el subidón de adrenalina me da cierta impunidad para ir fichando en mi recorrido, ciertas partes del parque son exclusivas para familias en los juegos del parque o pibitos con música desde los autos, pero hay varios sectores ocultos que generalmente se usan de meaderos públicos o donde las parejitas buscan algo de intimidad. Como ya dije, no es un cogedero, no hay "movida" demasiado obvia, asique lo mejor que se puede hacer es completar la propia rutina de entrenamiento estando atento a quienes nos sostienen la mirada un segundo más de los socialmente aceptable y esperar a que se repita ese cruce en la próxima vuelta. Para el momento de elongación o estiramiento busco los sectores más apartados de la senda peatonal y paseo un poco yendo y viniendo entre las zonas más iluminadas o incluso en el andén si un tren está próximo a llegar. Ya tengo la experiencia de cruzar miradas en el andén con un tipo que volvía del laburo y terminar chupándole la pija entre los árboles. Esta vez termine mi rutina y me puse a investigar la zona al costado de las vías, siempre desde una distancia segura, nunca fue un parque o zona donde la inseguridad sea un problema, pero hace meses no salía a correr y prefería revisar desde lejos primero. Un poco más desinhibido, me animo a recorrer cerca de los árboles, si bien la senda peatonal no está a más de 100 metros de distancia, una vez que se llega abajo de los árboles hay que detenerse y esperar que la vista se acostumbre a la oscuridad. Los sentidos se agudizan, se escuchan hasta las pisadas de alguien caminando en la oscuridad, la pija ya la tengo gomosa entre el sudor y la excitación. Solo alguna luz demasiado alta de algún auto que dobla por el cruce de vías permite ver más allá de lo que se tiene enfrente, pero abajo de los árboles es todo silencioso y puedo darme cuenta que hay alguien más entre los árboles. Con cuidado paso caminando entre los árboles, lento, para tantear la zona. Primero encuentro a un pibe de no más de 30 sentado en un banco hecho de tronco que hay abajo de la zona más tupida, fumando muy tranquilo con una guitarra al lado, no llego a verle la cara ni a distinguir si me vio caminando entre las sombras, solo el rojo de su cigarrillo al fumarlo. Camino para el otro lado, la guitarra me parece demasiado casual para estar buscando acción y, quizás, el loco solo quería fumarse un porro en paz. Sigo entre los árboles por la zona más pegada a las rejas que separan el parque de las vías. Escucho otro movimiento, esta vez un señor esta entre dos árboles con la pija hinchada, pero todavía dormida, al aire. Tardamos ambos en animarnos a acercarnos, pero para cuando doy un paso el señor ya tiene su pija entre sus manos, comienzo a pajearlo, se acomoda contra un árbol mientras su pija, bien gorda, se va poniendo cada vez más dura. Desde donde estoy puedo ver la senda peatonal, con algunas personas paseando o corriendo. Se escuchan unos pasos, supongo que del pibe con la guitarra, por lo que el señor guarda su pija y camina hacia el otro lado, sin irse demasiado lejos. Yo camino hacia el cruce de vías, para cruzarme justo de frente con otro runner que ya había visto durante mi entrenamiento. Nos medimos a unos árboles de distancia, él todavía en la parte iluminada del camino, yo entre los árboles, el señor volvía a acercarse así que antes que me espante al runner, salgo más hacia la luz y le hago un movimiento de cabeza al runner, unos shorts rojos bien cortos, musculosa, gorra y barbita: el partido de la noche. El runner me responde con otro movimiento de cabeza y se acerca, me vuelvo a meter entre los árboles y, ni bien sale de la zona iluminada, saca su pija por un costado del short, eso me volvió loco. Ni bien llega cerca yo ya estaba arrodillado, listo para degustar esa pija sudada. Paso mi lengua primero, la pajeo, pero en segundos ya la tiene dura como una piedra, una cabeza digna de lamerla, se la empiezo a chupar con ganas mientras le acaricio el cuerpo bien formado, él acompaña el ritmo de la chupada con su mano en mi nuca. Otro movimiento atrás nuestro, el señor que no se quiere quedar fuera de la acción, pero el runner se asusta, guarda su pija y camina unos pasos. Le hago señas al señor que se quede lejos, mientras busco con mi mano la pija del runner. Un poco más tranquilo se deja seguir chupando, con el señor a la distancia que, después de un rato de no sentirse invitado, se fue. El runner me para la chupada, no quiere acabar todavía, me para y pelo mi pija que ya estaba a punto de explotar en el short, nos pajeamos acariciándonos por todos lados, apoyados contra el árbol. Rápido el runner, me busca la cola con la mano y los dedos, le gusta lo que encuentra porque me da vuelta, quedando mi cara contra el árbol, me agarra de las caderas acariciándome y me baja el short hasta los talones. Se agachada y comienza a comerme la cola, tranquilo de que no hay nadie cerca le hago saber con un gemido que está haciendo un excelente trabajo. Después de un rato vuelve a subir y se apoya contra mí, mientras juega con un dedo en mi cola que, después de la chupada que recibió, no ejerce demasiada resistencia. Siento su pija a pleno rozarme una nalga, vuelvo a arrodillarme para seguir comiéndole la pija mientras me pajeo. En eso, otros pasos, esta vez el pibe de la guitarra se acerca, yo me saco la pija de la boca, pero no me escondo, me quedo pajeando al runner que intenta descifrar quién se aparece ahora. "Disculpen ¿tienen fuego?" dice el guitarrista, yo hago un gesto negativo con la cabeza y me vuelvo a poner la pija en la boca, hasta el fondo, el runner le contesta que no, pero el pibe no se va, solo se lamenta y se queda ahí, sigo chupando ese pedazo de pija mirando hacia donde está el pibe, que no se va a ningún lado. El runner me vuelve a levantar y me pone de espalda, se escupe la mano y esta vez prueba con dos dedos mientras me pajea. Estoy demasiado excitado para aguantarme más, le hago saber que si sigue así, voy a acabar, el runner me pide que acabe metiendo los dedos hasta el fondo. Acabo con un gemido sonoro contra el árbol mientras el runner sigue con sus dedos bien adentro mío. Para cuando me recupero, el pibe de la guitarra ya se fue. 




Vuelvo a pajear al runner que me abraza, puedo sentir su pija todavía dura contra mi estómago. Quiero devolverle el favor, pero me dice que todavía no termino su rutina por lo que no quiere acabar. Me pregunta si suelo salir a correr por ahí, le digo que sí y quedamos en cruzarnos alguna otra noche para terminar lo que empezamos. Nos despedimos y sale trotando hacia el cruce de vías. Yo sigo el camino del parque para volver a mi casa, todavía tengo energía para volver trotando, pero no mucho más, fue una acabada importante. Antes de salir del camino de los árboles, veo la luz roja de un cigarrillo prenderse abajo de los árboles, al final el pibe sí consiguió fuego, bien por él.


Esa fue mi primera noche volviendo a correr por el parque de la estación de Ranelagh, después de eso varias otras secuencias piolas tuvieron lugar, pero también hay noches en las que no hay nadie y uno se pasea entre los árboles al pedo. Espero que con este relato algún otro runner o aledaño quiera darse un paseo entre los árboles con la pija en la mano.