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Chongos en el Mercado Central

  Los chongos de las catacumbas del Central Mercado Central (Tapiales/La Matanza) Los baños/vestuarios (llamados catacumbas) que se encuentr...

 

Los chongos de las catacumbas del Central


Mercado Central (Tapiales/La Matanza) Los baños/vestuarios (llamados catacumbas) que se encuentran en el subsuelo de cada entrada de los 12 pabellones (que a su vez tienen baños internos y con duchas) Desde camioneros hasta laburantes de carga y descarga, pasando por changarines y gente de los alrededores que se acercan al Central.




Entrar ahí es un fuego, machos sin remera, en short de futbol, bultos por todos lados, es el paraíso para quienes gustamos de los machos reos. –nos dice Pamela Bianchi- una amiga trans que nos pasa el dato de todo lo que ocurre en las Catacumbas del Mercado Central. Donde lo barato no es solo la verdura, sino también la vida humana. 



El principal turno de trabajo de los changarines es desde las 20 hasta la mañana del otro día. En esas horas se concentra el mayor movimiento de carga y descarga de los camiones. El gran caudal de gente que recorre el Central a esas horas se confunde con quienes van hasta allí a ofrecer sus servicios sexuales. En muchos casos, y hasta hace casi dos años, eran chicos menores de edad y según varias denuncias, hasta lo hacían a cambio de comida.

El consumo de drogas y la prostitución infantil crecía aceleradamente en el Mercado Central. Qué pasa hoy en este coloso con vida propia?

Por ese entonces el flagelo no tomó estado público, en el país pasaban otras cosas, pero la inmensidad del predio escondía hechos y situaciones aberrantes, allí donde la crisis económica y las necesidades atrajo a los sectores más vulnerables.

La afluencia de familias pobres de los barrios cercanos -y no tanto- en busca de comida, trajo lo que en la jerga se conoce como el bagayeo: hombres (la gran mayoría) y mujeres sumidos en la pobreza que deambulan en busca de algo para comer. Con ellos van sus hijos, expuestos a la prostitución en todo el sentido del término. La misma se termina trasformando en algo cultural que se instala en lo social.




La gravedad del flagelo derivó en que se iniciara una acción conjunta entre el Juzgado de Menores N°2 de La Matanza (que recibió las denuncias) y el Directorio del Mercado Central para intervenir sin revictimizar a los pibes abusados. La ONG TRA.SOS fue convocada para trabajar en la contención de menores en riesgo. La denuncia data del 2001 y sigue su curso en la actualidad.


Desde un principio, las limitaciones al arduo trabajo de la ONG hicieron difícil la tarea: "Lo que pasa es que se intenta tapar la situación. Hay una infraestructura armada que es muy difícil de eliminar. Nosotros no somos denunciantes. No hacemos seguimiento ni tratamiento, pero podemos y ofrecemos articular con los sectores del Estado que deben garantizar los derechos a los chicos", nos explican los operadores sociales, pero la realidad es que a nadie le importa mucho lo que pasa.


"Se ha creado un sistema de complicidades. Pablo (un lindo pibe con lomito que va a hacerse unos mangos con los camioneros), nos pone al tanto: Yo vine acá a garchar por unos mangos con los camioneros mientras se aburren en la espera, de golpe quieren un pete o de golpe coger, pero con el tiempo me di cuenta que había más gente con la que podía estar, porque consumidores eran todos: Policías, changarines, seguridad privada, comerciantes, camioneros, y algunos directivos también”.


"Pablo nos cuenta que hay ONG que trabajan para prevenir la prostitución infantil, pero no podes luchar contra padres que traen a sus propios hijos varoncitos o nenitas para dárselas a tipos grandes que se las parten al medio... "





Los integrantes de la ONG comenzaron a realizar tareas de prevención y promoción para los niños que deambulan en la zona. La idea fue difundir la existencia de un espacio para que los chicos estén contenidos mientras sus padres “juntan” en el predio. El trabajo incluía “callejeadas” nocturnas para determinar qué pasaba en los recovecos del mercado cuando caía el sol.


"Los pibes no salen conscientemente sabiendo que van a comerciar con su cuerpo, sino que es una cuestión cultural y naturalizada" -dice Pablo-.


Hay gente que quiere laburar bien, pero no tienen respaldo, hace poco desapareció un psicólogo, que laburaba mucho por acá, diciéndole a los pibes que se hicieran valer. NO lo vimos nunca mas. La labor es muy costosa.
“Es un trabajo de hormiga, logramos que una persona nos diga que en las "catacumbas" (vestuarios subterráneos) se vendía sexo y drogas. Pudimos establecer un vínculo con las menores que ejercían la prostitución. Pudimos destrabar algunos conflictos, pero otros no”, señala Pablo, que empezó cogiendo pero después se transformó en señuelo de los operadores sociales para informar donde se vendía droga y donde se practicaba sexo con menores...




Este trabajo de campo sirvió para la confección de un informe que en 2018 arrojó resultados alarmantes y categóricos. Lo llamaron aproximación diagnóstica de las actividades paralelas dentro del predio y revela: el excesivo consumo de alcohol, ejercicio de la prostitución por parte de mayores y menores, gran consumo de drogas como la marihuana y la cocaína, indigentes viviendo en sectores de los andenes, realización de "fiestas" en algunas naves y escasa presencia policial o de otros controles. "Decian que le iban a presentar todo a Scioli, pero yo creo que nunca se enteró de nada... "


Había gente de la gobernación metida acá.



“A la gente de arriba, en la práctica, esto le interesa poco. Les sirve tener a una agrupación que se encargue de eso, para poder usarlo como pantalla. Ahora como perciben un cambio empezaron a sacar cosas de acá pero hasta tenian un estudio donde filmaban a los pibitos cuando se los garchaban los adultos. Yo una vez estuve, me quería ir y no me dajaban, es para tenerte agarrado... dice Pablo.


Yo le pregunté a un dirigente  si le interesaba cambiar algo, y se me cagó de risa en la cara... -confía Pablo entre enojado y escéptico.