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Ahí estaba yo.

Ahí estaba yo, arrodillado, con los ojos vendados y con una buena poronga en la boca.  Degustándola, chupándola, muy despacio y suav...

Ahí estaba yo, arrodillado, con los ojos vendados y con una buena poronga en la boca. 

Degustándola, chupándola, muy despacio y suave. Amo dar placer oral. Coincido con quienes dicen que es un arte, dar placer hacia el espectador es el arte mismo. Su pareja nos miraba aunque yo tenía los ojos vendados, podía escuchar los gemidos y susurros.

Siento el jugo y la carne caliente palpitar. Sin sacarla de mi boca, constantemente humedeciéndola. Quiero hacerlo gozar, quiero que se sienta único, quiero que pida más. Si, cuando en realidad es al revés, quiero obligarlo a que pida más. Que me pida hacerlo acabar.

El espectador ahora toma un rol activo y comienza a reconocer mi piel. Desde la cola hasta la nuca, va dejando besos húmedos, sin distraerme del pete. La lengua en mi cuello, hacia el centro de mi culo. Siento la lengua en mi culo, los chupones y la saliva haciendo lo suyo.

Ahora ata mis manos y demostrar mi sumisión es una cosa inevitable.
Sin siquiera avisarme, esa pija erecta comienza a penetrarme y enterrarla en lo más profundo de mi culo. No aguanto el placer pero la pija en mi boca no permite que diga palabra alguna. Quiero ponerme de pie, pero me encuentro boca abajo, siendo penetrado violentamente por el culo. Me deja, pero viene la otra pija. Fuerte, el placer… el grito de liberación y el orgasmo.

Respiro profundo y tomo mi pose: sin saber cuándo ni de quien, espero ansioso el semen. Escucho los gemidos, el ruido de la paja. Siento el jugo caliente por mi cara y mi boca.

Sonrió para ellos. Soy lo que quiero ser y lo que ellos quieren que sea.

Alan F